El vengador del futuro

Crítica de Juliana Rodriguez - La Voz del Interior

Pura acción en presente

¿Tiene sentido comparar a la nueva El vengador del futuro con su predecesora? Lo cierto es que es inevitable, porque si bien han pasado 22 años desde que Paul Verhoeven hizo su versión cinematográfica del relato de Philip K. Dick, sus imágenes y diálogos han tenido la contundencia suficiente para instalarse en la memoria colectiva. Era una buena película y cualquier zapping que la encuentre perdida en la programación del cable demuestra que lo sigue siendo.

El filme que interpretó Arnold Schwarzenegger en la década de 1990 optaba por el lenguaje y los efectos especiales de la ciencia ficción, el guión del relato personal y ecologista, y el tono del humor (sin por eso volverse una parodia). El filme que interpreta ahora Colin Farrel reduce todos esos recursos a la acción. Y ese repliegue en el género tiñe las escenas, las actuaciones y el impacto final.

Farrell es Douglas Quaid, un hombre tranquilo, empleado en una fábrica, que descubre que su memoria ha sido sustituida por otra y que en realidad es un agente del gobierno que decidió pasarse al lado de los rebeldes. En ese mundo ficticio, su supuesta esposa (Kate Beckinsale, cuyos registros de villana tienen un número limitado de expresiones) se convierte luego en su cazadora. Del otro lado, Jessica Biel salva la dignidad de las chicas de la película, con un papel más sólido y menos histriónico.

El relato, líneal y ligero, se consume como una persecución sin fin, sin respiro y sin pausa. Y sin ideas. El futuro es digital y aparatoso pero el director Len Wiseman (Inframundo) prefiere evitar los gadgets modernosos (apenas un celular incrustado en la palma de los personajes y un ascensor que troquela la tierra). En su lugar, hay un clima de sordidez en los escenarios y una austeridad solemne en los diálogos, despojados de toda comicidad.

Es claro que la opción de Wiseman para alejarse de las huellas del filme anterior es tomarse muy en serio. Pero esa decisión termina siendo una trampa, y la gravedad del tono hace que el filme ambicione más de lo que logra. Farrell cumple pero no dignifica y la trama se disuelve en las primeras tres carreras de autos que vuelan por los aires. ¿Cómo será el futuro, desde la visión de este presente? Simplemente, explosivo.