El vengador del futuro

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

En 1990 se estrenaba en Argentina el filme dirigido por Paul Verhoven “Total Recall”, que por cuestiones de marketing y arbitrariedades varias, aquí se llamaría “El vengador del futuro”.

Pasaron más de veinte años para que algún productor decidiera hacer una segunda versión del cuento corto de Phillip K. Dick “Podemos recordarlo todo por usted”.

Si bien las comparaciones son odiosas, hasta en algunos casos inoperantes, debo decir que aquí se impone desde el principio.

Se podrá argumentar que esta nueva traslación del relato al cine esta más infectada por elementos del género de acción, por lo que no se restringe únicamente al género de la Ciencia Ficción.

Es en este sentido que el la mayor parte de la narración sea a puro vértigo y adrenalina, por la vivencia que quieren hacer atravesar al espectador intentando descartar todo posible análisis sobre el discurso.

Desde esta posible lectura, extirpando todo tipo de apetencias filosóficas, o simplemente pensantes, es que sí están incluidas en el relato original del escritor estadounidense podría decirse que quienes vayan a buscar sensaciones adrenalinicas, y sólo eso, lo conseguirán.

En un futuro incierto, Douglas Quaid (Colin Farrell) es un autentico hombre mediocre en una sociedad excesivamente polarizada, su vida transcurre entre su trabajo, como operario de una ensambladora de robots, y su familia, por ahora sólo conformada por él y su esposa Lori (Kate Beckinsale), quien trabaja como paramédica de emergencias.

No conforme con su vida y alterado cada noche por un sueño recurrente donde él cree ser un agente de contraespionaje al servicio de la resistencia, en el cual es perseguido por fuerzas armadas, y en la que su compañera no es Lori sino Melina (Jesica Biel). Decide darle un toque de “realidad” a ese “sueño” por lo que termina yendo a un lugar de implantes mnemonicos, pero algo no sale del todo bien y Douglas se ve envuelto en eso mismo que fue a buscar, pero ahora sin saber qué es real y qué parte es ficción implantada.

Pero el mundo por el que transita sigue siendo el mismo, polarizado entre dos lugares habitables de la Tierra, por un lado la “Federación Británica”, en la actual Europa, y por otro“La Colonia”, en el actual territorio australiano. De un lugar a otro se viaja en un vehiculo especial que atraviesa el centro de la tierra y se denomina “La caida”.

La manipulación de la mente, o la mente como manipuladora, nadie recuerda lo que quiere, sino lo que puede, desde este lugar es que se dice que la memoria es selectiva, pero que hay cuando el poder instaurado socialmente impide el libre desarrollo, ¿Será esto posible? Si se quiere construir estados paranoides esto es perfecto. Preguntas sobre quién es quién en realidad, o sobre la propia identidad, están planteadas respecto sobre las relacionadas con el poder, me hacia recordar a “La naranja mecánica” (1971) de Stanley Kubrick. Pero todo desaparece al finalizar el primer tercio de la historia.

A partir de ahí se transforma en un ejercicio común y corriente del genero de acción, muy bien filmado, pero sin alma.

Los personajes se estancan en su desarrollo, no se profundiza en las motivaciones, tampoco le importa demasiado al director saber y explicar a que se opone Matthias (Bill Nighy), jefe de la resistencia, ni cuál es la razón que lleva a Cohaagen (Bryan Cranston) a querer aniquilarlos, ya que nada de esto aparece explicitado y este conflicto secundario de la subtrama desaparece rápidamente, no esta construido debidamente y se nota.

En esta versión desaparece el planeta Marte al mismo tiempo que la lucha por el aire libre, nada de esto aparece, más allá de lo metafórico. La producción de 1990 podría aparecer hoy en día como bastante “Naif”, pero esperanzador, esta remake de 2012 es más oscuro, apocalíptico, sin salida y sin retorno, valga la contradicción, es lo que sustenta estéticamente a esta versión dirigida por Len Wiseman, que en estos rubros cumple, buena fotografía, buen diseño de arte, buena banda de sonido, y correctas actuaciones, los fanáticos del genero podrán hasta pasarla bien.

Para los otros, los que esperan algo más de arte cinematográfico, o para aquellos asiduos lectores de los cuentos y las novelas de Phillip Kick, podrían salir decepcionados.