El vals de los inútiles

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Educación libre en carrera

Una simbólica forma de protesta impulsada desde las inquietudes de los estudiantes chilenos en 2011, la cual consistió en correr con una bandera durante 1800 horas alrededor del palacio de La moneda para exigir una educación gratuita y de calidad a las autoridades del gobierno de Piñera, se transformó por siete meses en un puente de acceso para escuchar a viva voz una serie de medidas propuestas desde los centros de estudiantes y así lograr con más fuerza y énfasis el reclamo de una reforma educativa y estructural tras décadas de oscurantismo provenientes de la dictadura Pinochetista.

El registro con un fuerte distanciamiento de lo discursivo forma el corazón de este documental, opera prima del realizador chileno Edison Cajas, quien durante dos años se adentró con una cámara y un equipo entusiasta en el clima de efervescencia social y política generada a partir del movimiento estudiantil y sus ramificaciones, que llegó hasta las calles chilenas con un apoyo popular interesante y la fuerte respuesta de violencia por parte del gobierno que rechazaba cualquier diálogo en defensa de las políticas neoliberales.

La intensidad de El vals de los inútiles la marca por un lado la decisión del propio realizador de concentrarse en un hilo conductor por el que se unen dos historias paralelas, la de Darío que es un estudiante del Instituto Nacional y que se involucra junto a sus compañeros en la toma del establecimiento en solidaridad con los demás centros de estudiantes, y por otro lado la de Miguel Ángel, ex preso político en la época de Pinochet como tantos jóvenes de aquellos años de dictadura militar, quien se une desde su convicción política al avance estudiantil como parte del legado que tal vez desde su acción de juventud -tras pasar por torturas y miedo- intentó dejar a las generaciones siguientes.

La ausencia de voces representantes de lo institucional y con el murmullo de las transmisiones de radio y televisión que funcionan como marco referencial y contextual del acontecimiento hacen de este debut cinematográfico de Edison Cajas una propuesta que gana riqueza por sus méritos visuales, donde se equilibra la contundencia de las imágenes con la búsqueda poética que intenta trazar paralelismos dialécticos entre pasado y presente de cara al futuro, sin subrayados textuales o meta discursivos detrás.

El contrapeso entre los registros de la intimidad de los gestores del movimiento estudiantil y las salidas al escenario en el que se desarrollaron las marchas y manifestaciones, que fueron reprimidas por los carabineros, alcanza para configurar la tensión que significa una lucha desigual entre un Estado sordo y las voces anónimas de las semillas de cambio que empiezan a germinar en una sociedad cansada de un status quo capaz de adormecer cualquier inquietud de cambio y más aún si se trata de la libertad de elegir cómo educarse.