El vals de los inútiles

Crítica de Javier Luzi - Fancinema

Tomando la posta

Darío Díaz, estudiante del Instituto Nacional (un secundario de renombre en Chile), y Miguel Angel Miranda, empresario y profesor de tenis, con un pasado que lo vuelve un sobreviviente (perseguido y torturado) de la dictadura pinochetista, se cruzan en El vals de los inútiles, esta especie de docuficción que retrata las recientes luchas estudiantiles de los jóvenes chilenos por lograr una educación gratuita y pública.

Estas movilizaciones multitudinarias, que se dieron en el 2011, aglutinaron a amplios sectores de la sociedad y pusieron en jaque al gobierno de Sebastián Piñera. Aunque no consiguieron hacer realidad sus pedidos, los jóvenes recuperaron la calle y la idea de exigir que se escuchen todas las voces.

Mientras se suceden las cotidianeidades coyunturales del curso lectivo y la misma toma del colegio y el testimonio de los tormentos de los detenidos de los ’70, miles de personas se pasan la posta en la original forma de protesta que idearon los estudiantes: un maratón de 1800 horas exigiendo cambios en la educación. Y nosotros vivimos esa efervescencia política y social a través del seguimiento del día a día de estos dos protagonistas que, sin ser especiales ni representativos, devienen representantes posibles de esa sociedad en marcha.

Filmada con la urgencia y la contundencia del hoy y demostrando -sin recurrir a las explicitaciones-, cómo el pasado irresuelto continúa en el presente, hay una emoción viva y latente que conmueve sin manipulaciones ni subrayados gracias a la mirada de su director y guionista Edison Cájas, en esta, su opera prima.