El valor de una mujer

Crítica de Juan Pablo Cinelli - Página 12

"El valor de una mujer": la lucha por los derechos

La película de Marco Tulio Giordana pone en escena el drama de una mujer acosada y expuesta a distintos niveles de abuso.  

En pleno auge de movimientos feministas por la reivindicación de los derechos de la mujer y de repudio a las agresiones de género, el italiano Marco Tulio Giordana dirigió El valor de una mujer, film sobre el acoso sexual laboral. Sí, se trata otra vez de un hombre narrando la lucha de una mujer por sus derechos. El caso puede servir para volver a destacar el espacio desigual que las mujeres ocupan en el cine. Y para reavivar una discusión que tuvo lugar cuando el argentino Juan Solanas estrenó Que sea ley, su documental sobre los movimientos a favor de la legalización del aborto: ¿es que no hay mujeres en el cine que puedan contar estas historias, tan vinculadas a la forma en que ellas mismas han decidido pararse en el mundo actual?

Porque si se atiende a la importancia del punto de vista, asunto primordial cuando se habla de cine más allá de la ansiada igualdad de derechos, está claro que las cosas pueden verse distintas si el que las mira es un hombre o si lo hace una mujer. Sobre todo en asuntos como estos. No es que haya nada malo en el enfoque que Giordana le da al tema en El valor de una mujer. Porque tampoco se trata negarle a nadie la posibilidad de contar lo que quiera contar, sino de subrayar este tipo de situaciones que tienen una fuerte carga simbólica a la hora de presentar un mapa de la situación.

Nina es madre soltera y aunque está en pareja prefiere arreglárselas sola en lo que tiene que ver con la crianza de su hija. Es una mujer joven y consigue un buen trabajo como mucama en una residencia para ancianos ricos. Se trata de una institución que pertenece a la Iglesia, pero que tiene un directorio laico donde todos los cargos son ocupados por hombres. A las mujeres les toca el trabajo de campo. Ya desde su coda inicial la película subraya la forma en que el jefe máximo mira a la empleada nueva desde la ventana de su oficina. Hasta que un día la manda a llamar después del horario laboral y ahí ocurre el hecho que dará pie al drama que justifica a la película.

Giordana retrata de forma extraordinaria todas las instancias de acoso y los distintos niveles de abuso, transmitiendo la angustia y el desamparo que atraviesa Nina, quien luego de rechazar los avances de su jefe acaba en una situación de extrema vulnerabilidad. La labor de Valerio Binasco en el rol de acosador y el de Bebo Storti como cura cómplice merecen ser destacados por su capacidad para hacerse odiar con ganas. Más allá de eso El valor de una mujer consigue poner en escena su drama con oficio, aunque por lo general transite sobre el carril de las convenciones. Eso es lo que ocurre con la elección de una institución religiosa como escenario, ya que si bien resulta convincente (la conducta reprobable de tantos miembros de la Iglesia Católica hace que todo se vuelva verosímil), también representa el camino fácil. Y es que al mismo tiempo evita instalar el tema en otros espacios. Porque está claro que las situaciones de acoso son masivas y generalizadas, pero es más cómodo dejar que la máscara del monstruo la siga cargando uno solo.