El universo de Clarita

Crítica de Fernando G. Varea - Espacio Cine

22º BAFICI: cine argentino, a pesar de todo. Chispazos similares a los de López, aunque en un terreno más cercano al mundo infantil (acorde con la persona de la que se ocupa), desprende El universo de Clarita, documental de Tomás Lipgot que integró el apartado Baficito. En este caso, el deseo de una niña rosarina por ser astrónoma resulta una invitación a contagiarse de su curiosidad, su entusiasmo y su alegría. Sucesivos viajes de esta afectuosa Mafalda por CABA, La Plata, Chaco y San Juan, permiten sumergirse en un remolino de inquietudes y sorpresas en el que caben estrellas y meteoritos, la cultura de pueblos originarios y el deslumbramiento ante la ciencia, Georges Méliès y Harry Potter. Más allá de unos toques spielbergianos (efectos especiales, ampulosa música) que parecen innecesarios, el film de Lipgot puede verse como modelo posible de un cine argentino familiar o para preadolescentes, con un plus en la visita a un penal juvenil, donde los pibes presos dicen sentirse mejor después de mirar el cielo y exteriorizan, ante una estrella fugaz, un previsible pedido: la libertad.