El último exorcismo

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Vadre retro, Satanás, de nuevo

Curiosa y gratuita propuesta la de El último exorcismo, aunque nadie cree que las posesiones diabólicas terminen con esta película de bajo presupuesto. Ocurre que el reverendo Cotton Marcus, pastor evangelista, se cansó de engañar con el tema del exorcismo y por ese motivo decide que un equipo de rodaje lo acompañe para desentrañar las mentiras que vino acumulando durante años de cruces, rezos e invocaciones al bien para expulsar al mal. Entonces, una cámara lo seguirá a todas partes, especialmente cuando deba sacar al demonio del cuerpo de una adolescente, cuyo padre es un fanático religioso que cree con fervor en la presencia del Maligno. Pues bien, algún susto justificado y otros bastantes discutibles serán los que muestre el trabajo incansable de Cotton, pero también el de una cámara que nunca se queda quieta, más aun cuando la adolescente ofrece su look satánico. Lejos quedaron los tiempos de Linda Blair en El Exorcista y otras posesiones de los ’70 y ’80. El terror actual, que ahorra en dinero e ideas originales, parece sostenerse al estilo The Blair Witch Project y las españolas REC y su secuela: escaleras, pasillos, poca luz, respiración agitada y la sensación de que cualquier escena puede hacerte saltar de la butaca. Ahora bien, en esas películas, de acuerdo a la construcción del espacio cinematográfico, el movimiento de la cámara actuaba como imperiosa necesidad estética. En cambio, para hacer un par de exorcismos, en manos del ya no tan simpático Cotton, ¿es necesario que se mueva tanto como si estuviera manejada por el mismo Satanás? Vamos…