El útimo Elvis

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Girando de manera casi excluyente alrededor de la figura y la voz de John Mc Inerny, un soberbio imitador de Elvis Presley, El Ultimo Elvis alcanza notables picos narrativos, emotivos y cinematográficos. Un arranque con un plano secuencia que recorre la entrada a un club, llega al cantante a punto de salir a escena y registra el comienzo de su performance, da pie a una virtuosa travesía por la existencia de un hombre obsesionado con un ídolo.

Hablamos del perdurable icono musical y cultural de Memphis, con el cual el protagonista está encandilado a niveles patológicos, al punto de llamar Priscilla a su mujer y Lisa Marie a su hija. Tras colaborar con Alejandro Gonzalez Iñarritu en el guión de Biutiful y con su nombre emblemático a cuestas, Armando Bo logra una ópera prima de gran calidad visual y sensorial. El final es acaso muy extremo, pero aporta interesantes toques místicos y poéticos. John McInerny, platense hijo de irlandeses, distinguido por la BBC de Londres por su tributo, desarrolla una abarcativa labor; como artista
luce descomunal y como intérprete más que correcto. Resulta llamativa la participación de dobles de otros ídolos musicales y sustancial la contribución de Griselda Siciliani y la niña Margarita López. Excelente la música de punta a punta, tanto la que interpreta McInerny como el soundtrack de Sebastian Escofet.