El último cazador de brujas

Crítica de Juan Ignacio Novak - El Litoral

Entre Highlander y Blade

El carisma de Vin Diesel, el oficio de Michael Caine y Elijah Wood, la ascendente presencia de Rose Leslie combinados con un submundo de brujas y una batalla épica por el destino de la humanidad parece a simple vista una mixtura irresistible. Y aunque se queda a mitad de camino en ciertos aspectos, “El último cazador de brujas” es genuina en su intento de entretener sin forzar, sin apelar a pomposas reflexiones, a una profundidad imposible de sostener. Es maniquea y simplona, vehículo de lucimiento para Diesel, pero también un buen ejemplo de cine de evasión sin pretensiones.

Una magnífica introducción nos lleva hasta el siglo XIII, un mundo asolado por la peste negra. Un grupo de guerreros junto a un cura invade la morada de una poderosa bruja (Julie Engelbrecht), culpable de la epidemia. Kaulder (Diesel) logra vencer a la hechicera, pero ésta alcanza a maldecirlo: “Vivirás por siempre y cazarás por siempre”, le dice antes de caer. Hay un salto temporal de 800 años y estamos en la actualidad, ya no en la Europa medieval sino en la cosmopolita ciudad de Nueva York. Los brujos han aceptado someterse a un precario pacto para no afectar a los seres humanos con sus poderes mágicos y son mantenidos a raya por la Orden del Hacha y la Cruz, que tiene a Kaulder como brazo ejecutor. Sin embargo, esta convivencia pacífica no conforma a todos los hechiceros y una amenaza está a punto de resurgir.

Kaulder, el protagonista, tiene reminiscencias de otros personajes que han transitado mucho las páginas del cómic y la pantalla de cine. Como Highlander, es inmortal, pero vive esta circunstancia como una maldición que lo confina a la soledad y la imposibilidad de descanso. Al igual que Batman, entrenamiento, convicción y armas de diseño especial son los pilares que lo habilitan a avanzar en su fantástica cruzada. Y tal como le ocurre a Blade, el matador de vampiros, su destino está atado a la supervivencia de los mismos seres monstruosos a los cuales debe cazar y mantener a raya.

El diseño de producción y los efectos digitales están muy bien logrados, a través de un puñado de secuencias de gran impacto visual, como los insectos emergiendo desde las entrañas de Nueva York, la destrucción del árbol de la bruja o el aquelarre que antecede al duelo final entre Kaulder y Witch Queen. Es cierto que el film tiene menos acción de la que en general demandan los seguidores del género (y del propio Diesel), lo cual supone un lastre: el ritmo decae durante un largo tramo de la película, que se torna un poco aburrida. Pero sobre el último cuarto de hora el director recupera el pulso y logra un gran clímax. La escena final abre la chance de una secuela, que incorporaría a Chloe-Leslie como acompañante de Kaulder-Diesel en sus andanzas para proteger a la humanidad de la amenaza siniestra que pesa sobre ella. ¿Tentativa de iniciar una nueva franquicia a la altura de Diesel? Dudoso, pero posible.

Buen reparto y toques de humor

La variedad y calidad del reparto es uno de los principales atractivos del film. Diesel (más solemne que en sus trabajos como Dominic Toretto en la saga “Rápido y furioso”) sostiene la película sobre sus espaldas. Michael Caine (¿habrá quién pueda reemplazarlo el día que decida retirarse?) aporta sapiencia y su personaje del envejecido padre Dolan 36º es el contrapunto ideal para Kaulder. Elijah Wood está perfecto como un joven sacerdote con ansias de respetabilidad, al que le queda todo por aprender y Rose Leslie (la actriz conocida por su papel de Ygritte en “Game of Thrones”) encarna con soltura a Chloe, joven bruja que cuenta entre sus habilidades la de manipular los sueños de las personas.

Otro de los puntos a favor es que el guión de Melisa Wallack y Cory Goodman (por sus características parece inspirado en un cómic, aunque en realidad no es así) incluye algunos toques de humor deliciosos: el Consejo de Brujas con peinados y ropa de los ochenta, las brujas modelo aferradas al intento de mantener una imagen de belleza que se cae a pedazos en el interior de los espejos, la exitosa tienda donde un estrafalario brujo parecido a Stevie Wonder vende productos panificados mezclados con alucinógenos, el desprecio del viejo padre Dolan por las nuevas tecnologías y las frases que suelta Kaulder del estilo: “Un beneficio de la inmortalidad es matarte dos veces”. Dignas de un héroe con personalidad.