El último aplauso

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

Glorias Porteñas

Germán Kral se encontraba realizando un documental sobre el Bar “El Chino” y su dueño Jorge “El Chino” Garcés, cuando este fallece en el año 2001. ¿Qué hacer con todo el material filmado? Cambiar el giro de la historia, pero ser fiel a su esencia, lo que iba a ser un documental sobre "Bar El Chino” se convirtió en la historia de aquellos míticos personajes, ignotos desconocidos para el público en general, que todos los fines de semana se daban cita en lo de “El Chino” para ofrecer sus tangos a la nutrida concurrencia de un clásico porteño.

En el “Bar El Chino” una serie de cantantes se daban cita los fines de semana ofreciendo un vasto reportorio tanguero, cuando "El Chino" Garcés se va de esta vida quedan sin dónde poder cantar. Germán Kral va documentalizando a cada uno de estos personajes a través de un guión ficcional, haciéndolos transitar por un nuevo, pero a su vez viejo y conocido camino: el de la música.

El último aplauso es una mezcla extraña de documental -ficción en dónde los actores se interpretan así mismos pero llevados por un guión que va a modificar la realidad, aunque sea momentánea. Asemejándose en su estructura a El tango de mi vida (Hernán Belón, 2009) por el modo de llevar adelante el relato sin llegar a ser puramente una ficción, el film crece a medida que los personajes logran romper las barreras y dejarse llevar por la historia, alejándose de sus realidades para personificarse a ellos mismos.

Con un impecable trabajo de edición Germán Kral logra utilizar el material filmado con anterioridad a la idea que dará forma al film. Es así como nos introduce en el célebre “Bar El Chino” y sus protagonistas secundarios, quienes pasaran a tener sus protagónicos cuando tras la muerte de “El Chino” el film tome otro rumbo.

La utilización del sonido juega, también un rol preponderante en el desarrollo de la historia, ya que son los propios protagonistas quienes pondrán la voz a cada una de las canciones que se interpretan en el transcurso de la trama. Un interesante cuidado técnico logra brindar una de las más logradas bandas sonoras de los últimos tiempos.

Más allá de ser un film sobre el tango, hay un especial cuidado de no transformarlo en algo fort export, y eso más que un acierto es un hallazgo, sobre todo en épocas que todo se hace mirando con un ojo el afuera más que el adentro.

Logrando momentos que van de la risa al llanto, pero sin caer en el golpe bajo, sino más bien en la emoción y el sentimiento, El último aplauso es una mezcla heterogénea de ficción y realidad, que supo transitar el camino correcto para llegar a un público que, tanguero o no, la aplaudirá mientras se les pianta un lagrimón.