El último amor

Crítica de Lilian Lapelle - Cine & Medios

Solo en Paris

El señor Morgan (Michael Caine) es un hombre mayor que ha sido un prestigioso profesor de filosofía, ahora jubilado, viudo, y que vive en París, donde él y su esposa eligieron pasar sus últimos días, pero ella se adelantó en el camino y ahora él está solo, y sin muchas ganas de vivir.
Un día en un autobus conoce a Pauline (Clémence Poésy), una joven profesora de danzas. Pauline es linda, sensible y amigable, y lo que comienza como una charla casual en la calle, termina conviertiéndose en una hermosa amistad, y Morgan vuelve a tener ganas de vivir, o al menos de quedarse un rato más.
Los diálogos entre Pauline y Morgan son deliciosos, la película muestra de forma casual e intimista el modo en que ambos cambian a medida que se conocen, cómo iluminan sus vidas y cómo el cerrado y serio Sr. Morgan descubre a través de ella cómo relacionarse con sus hijos, y salir de su caparazón y entender que las cosas pueden verse de otra manera.
Es una historia simple, y tal vez bastante común, pero bien dirigida, dinámica, que trata temas con los que todos de un modo u otro podemos identificarnos. La química entre los protagonistas, la gran interpretación de Michael Caine y las buenas actuaciones de todo el elenco, compensan algún que otro lugar común, o algunas escenas un tanto predecibles.
La historia no es un romance entre un señor mayor y una jovencita, sino una particular relación entre dos personas que saben entenderse, escucharse, y enseñarse uno al otro a comprender lo que los rodea.