El triángulo de la tristeza

Crítica de Héctor Hochman - Revista Cartelera

El texto parece querer dar por tierra esa falsa máxima que postula a los pobres como buenas y solidarias personas por el hecho de ser pobres. Estructurado en tres partes definidas hasta con subtítulos, la primera es la presentación de la pareja protagónica, la única que atraviesa los tres espacios, él es un modelo publicitario, ella además una “influencer” que gana mas dinero que él. La discusión entre ambos durante la cena que cierra esa primera parte, posiblemente sea lo mejor del filme. El mismo abre con una escena que intenta degradar el mundo del modelaje, ya lo había realizado con gracia y acertada manera Ben Stiller en “Zoolander” (2001). Para luego continuar bastardeando esa nueva figura social de los “influencer”, sin merito alguno en su mayoría, casi un catalogo de imagen vacía de contenido. Carl (Harris Dickinson)