El topo

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

El factor humano

Este filme inglés viene a contramano de todo aquello que se venia haciendo desde la perspectiva de los espías, agentes secretos, etc.

Tal aseveración, que en principio parecería ser una contrariedad, es al final aquello que hace valorar a esta producción.

No existen persecuciones alocadas, no hay tiroteos o violencia extrema, rayana siempre en el orden de lo glamoroso y/o excitante. Lo que hay es una maraña de intrigas instaladas desde el guión, una dificultosa traslación de la novela que el escritor británico John Le Carre editara allá por la década de 1970, en plena guerra fría.

Esta novela, la tercera en la saga del personaje del agente George Smiley, creado, parearía ser, como en las antípodas de James Bond, de Ian Fleming, para mencionar al más emblemático de los agentes secretos o espías, que gracias a la división, mezcla y entrecruzamientos de los géneros cinematográficos hoy se considerarían sinónimos, pero no lo son.

Esto es lo que desarrolla la trama, que muy inteligentemente nos va proponiendo los guionistas y el realizador. Transita desde la mera observación hasta el descubrimiento de lealtades y traiciones, pero nunca nos lo da servido en bandeja. Nada es lo que parece, el trabajo de descomplegizar la trama es del espectador.

Es tal el cúmulo de datos e información que van entregando con mucha, posiblemente por momentos demasiada, sutileza que exige la atención permanente. Si algo se escapa se complica el entendimiento de la progresión dramática, o sea el hacia donde va.

Pero no sólo desde un guión inteligente, hay otros parámetros que hacen valorar el filme. Digamos que estéticamente es acorde al relato y a la construcción de los personajes, luego hablare de las actuaciones, que con economía de recursos literarios y audiovisuales va construyendo el suspenso. Es así que además podría catalogarse a esta obra como del género del “noir”, entendido este no como adjetivo calificativo y descriptivo, más cercano al cine policial, sino en la definición del teórico Rick Altman, en su libro “Los géneros cinematográficos”, como sustantivo.

¿En que sentido? En tanto y en cuanto todo esta diseñado en la descripción de un mundo sombrío, no es necesario describirlo, solo mostrarlo, ya que desde el significante más allá del significado, el “noir” esta directamente ligado a lo nocturno, velado, donde el observar sin ser visto es todo un arte más que una profesión, donde la moneda corriente es la desconfianza, se sospecha de todos. Este pequeño mundo es desconocido por todos aquellos que no pertenecen a el, que sólo pueden tener un acercamiento literario y/o cinematográfico.

Tomas Alfredson, el mismo de la maravillosa “Criatura de la noche” (2009), recurre para construir este mundo sombrío al mismo director de fotografía que en la citada “Criaturas...”, Hoyte Van Hoytema, cuyo trabajo es memorable desde la constitución de los grises hasta la helada imagen que pergeña con los tonos y la luces. Muy bien acompañados por el diseño de arte de Tom Brown (“Rescatando al soldado Ryan”, de 1998), y la música a cargo de Alberto Iglesias (“La piel que Habito”, de 2010), quien logra generar el clima justo en cada escena. Pero la vedette en este caso, dentro de los mal llamados rubros técnicos, es el montaje a cargo de Dino Jonsäter (“Criatura de la noche ”), para quien las flash back que propone el guión de no haber contado con un meticuloso trabajo de montaje transformaría lo complejo en confuso, y ese es otro gran logro del filme, nunca cruza esa delgada línea.

La historia se centra en el servicio de inteligencia británico. Una mala resolución de una misión lleva a los jefes del MI 6 a pensar en la posibilidad de la existencia de un doble agente dentro de sus filas.

El jefe, personificado como Control (John Hurt), trata de investigar que es lo que salio mal, en tanto su mano derecha, George Smiley (Gary Oldman), es sobre quien recae esa tarea. Se sospecha de todo y de todos.

Con un estilo narrativo típicamente inglés, casi hasta podría decirse flemático, Smiley va desentrañando el misterio.

Todos los integrantes del grupo conocido como “El Circo”, por que sus oficinas están en la calle del mismo nombre, caen bajo la lupa del enigmático, cínico, sarcástico e inmutable George. Todo un juego de personajes y de personas, de lugares y de roles, de poderes y sumisiones, hasta todo un juego de gato y de ratón donde se conoce al felino, pero no al roedor.

Lo que va a determinar que lo que debe prevalecer es el factor humano, pero en el sentido inverso al coloquial.

Gary Oldman esta nominado para el premio Oscar como mejor actor, su Smiley es extraordinario, no necesita ponerse tenso para mostrar firmeza, ni prepotencia para mostrar poder, todo es pura sutileza, economía de recursos, cruce de miradas, afectos y defectos de cada uno, debilidades que son utilizadas en la investigación.

Excelentemente acompañado por un reparto de lujo, encabezado por el ganador del premio el año pasado, Colin Firth, siguiendo por Toby Jones, el irlandés Ciaran Hinds y el nombrado John Hurt, entre muchos otros.

(*) Una realización de 1979 dirigida por Otto Preminger.