El tiempo compartido

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Primera producción íntegramente marplatense en estrenarse, "El tiempo compartido" de Mariano Laguyas, es un film que acierta al tomar todos los riesgos necesarios Hacer cine de modo totalmente independiente en una coyuntura tan complicada como la actual, ya de por sí es todo una osadía.
Esta es la tercer película de Mariano Laguyas, primera en estrenarse comercialmente, y de producción completa en La feliz. Realizada en 2016, es un film que demuestra su independencia en varios factores.
No son tiempos fáciles para hacer cine en el país, menos si es producido como un oasis, teniendo que batallar contra los recursos. Laguyas no sólo sortea ese escollo, sino que se anima a una propuesta ambiciosa.
Un film de género, diferente, un thriller con elementos noïr actual, jugado en dos tiempos, y en relato fragmentado. Tenemos que pensar en un director inquieto. 1995 y la actualidad. Magui (Kirina Gallegos) viaja de Madrid a Mar del Plata en ocasión laboral por los recordados Juegos Panamericanos que se realizaron en la ciudad. Allí terminará involucrada en un hecho con otros tres compañeros de trabajos, dos hombres y una mujer, que la marcarán de por vida.
En la actualidad, Magui tiene una hija, vive en Buenos Aires, y tras un llamado, debe regresar a Mar del Plata, hospedándose en un hotel con la adolescente. Lo cual le hará revivir todo lo que ocurrió en una noche significativa como quiebre.
Quizás le sirva para finalmente cerrar sus heridas. Yendo y viniendo del pasado al presente, uniendo cabos y pistas, intentando reparar el dolor, y rememorando a regañadientes lo que quedó atrás; el espectador deberá seguir de cerca a Magui para descubrir qué es lo que pasó aquella vez. "El tiempo compartido" es un thriller atípico porque, sobre todo narrativamente, no juega con los elementos tradicionales del género.
No apuesta a la acción, al descargo de violencia física, a la resolución de un crimen de modo oscuro.
Se sabe que en 1995 todo desembocó en un hecho trágico, que puede o no ser un crimen, pero el juego será el descubrir qué es lo que la atormenta. Nos desconcierta, nos lleva y nos trae, arma una estructura a través de los diálogos y las acciones, y estaremos pendientes en ver cómo las actitudes de Magui en el pasado repercutieron en ciertas posturas de la actualidad.
Es un rompecabezas que se va armando en paralelo entre el pasado con eco en el presente. Laguyas apuesta a un clima noïr, de cine negro, sin necesidad de apuntar a una atmósfera oscura, ni cargar una estética que hubiese quedado extrapolada, impuesta, e inverosímil. El tiempo compartido se mueve en un ambiente “cotidiano”, con elementos reconocibles, sin cargar demasiado las tintas, sin grandes artificios estéticos.
Lo noïr, lo negro, lo extraño, se va armando a través de la personalidad ambigua de sus criaturas “no santas”, y su narración fragmentada de hechos que cada vez se ponen más pesados, de este juego en el que las malas decisiones del pasado construyen un presente con mucha tierra bajo la alfombra.
A través de una banda sonora circular, omnipresente, con una sonoridad que nos arropa y va creando esa situación (a veces un tanto invasiva); y diálogos que remarcan el peso de las circunstancias; se nos va introduciendo paulatinamente dentro de la historia, sin nunca adelantar más de lo necesario.
La estética visual apenas si se complejiza en medio de juegos de luces, y un montaje ligero entre los dos tiempos para que no sea confuso. La utilización de los recursos, que no abundan en lo económico, se destaca por su corrección.
Los juegos de diálogos son fundamentales, y Kirina Gallegos y Lucila Iriarte se llevan la mejor parte, con actuaciones convincentes, y química de colegas entre ambas. El juego temporal queda remarcado en objetos, latas, sourvenirs, vestimentas; sin necesidad de ser permanentemente remarcado. Por último, será la misma ciudad costera la que termine de definir el clima adecuado para la propuesta; con planos que saben aprovechar el paisaje para narrar.
"El tiempo compartido" es cine orgullosamente independiente, con destacados valores de producción, sin pretensiones de ser una propuesta enorme, ni extralimitarse de sus posibilidades; y no por eso ser considerada menor. Maneja fuertes ambiciones, y se anima a algo diferente, atractivo, con personajes que no se limitan por lo bueno y lo malo. Navegan cómodos en los grises de quien vivió, pecó, y tiene un pasado. Un pasado que merecía ser contado.