El teorema de Santiago

Crítica de Brenda Caletti - CineramaPlus+

CINE SOBRE CINE

Durante algunos segundos, los recortes de un mapa argentino y otro francés se adueñan de la pantalla. Si bien pueden pensarse como referencias a los sitios elegidos por Hugo Santiago para desarrollarse como cineasta, también actúan como indicios de algo mayor: un ensayo sobre la concepción cinematográfica del director argentino.

El teorema de Santiago se postula como una reconstrucción del proceso creativo (guión y película) de El cielo del centauro, filme estrenado en la edición anterior del Bafici. Por esta razón, Ignacio Masllorens y Estanislao Buisel utilizan tanto testimonios del director argentino como material audiovisual del período de pre y postproducción. Ahora bien, este planteo no simularía más que una excusa para exponer una suerte de teoría cinematográfica del propio Santiago sostenida, principalmente, por dos ejes: el decoupage y el teorema.

El primero opera, en mayor medida, con los elementos del dispositivo: articulación de imágenes, sonidos, voz en off, simbologías, incorporación de lo digital (los recortes de los e-mails), los distintos puntos de vista de las grabaciones de Santiago en su película, los testimonios del equipo técnico, el montaje, entre otros.

El segundo trabaja la lógica propia del filme: se divide en tres capítulos (el Simurgh, el encuadre y el teorema) y cada uno enfatiza la puesta en escena y decodificación de saberes, nociones, creencias y teorías. Pero, en este caso, no sólo se evidencian los conceptos bajo los cuales se rige Santiago, sino también se produce una doble construcción basada en la mirada de Masllorens y Buisel y en sus incorporaciones, en la película, a través del envío de e-mails con David Oubiña.

El ensayo parece casi terminado. Sus principios ya fueron enunciados, puestos en contraste y exhibidos. Incluso veremos fragmentos de las obras para completar el sentido. Sólo resta el cierre para unificar los preceptos.

El último gesto no tarda en aparecer y, como tal, la acción convierte a la teoría en manifiesto, una suerte de remembranza de las vanguardias históricas. Ahora sí, el decoupage está terminado.

Por Brenda Caletti
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