El sueño de Walt

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Saving Mr. Banks es la reconstrucción dramática del tenso proceso creativo previo a la filmación del clásico producido por Walt Disney Mary Poppins (1964). Mientras que generaciones enteras adoraron el filme y tararearon sus melodías hasta el cansancio, hubo una única persona en todo el mundo que estuvo convencida (y hasta el día de su muerte) de que la adaptación era una aberración que traicionaba al texto original. Esa persona era la misma autora de la saga de libros de Mary Poppins, una australiana llamada P.L. Travers, y con la cual Disney tuvo una conflictiva relación de más de 20 años hasta que logró convencerla de que le cediera los derechos cinematográficos, cosa ocurrida en 1964, y circunstancia de la cual la autora renegaría hasta el final de sus días.

Ciertamente uno no puede pedirle fidelidad dramática a Hollywood, y ello es lo que ocurre aquí. Estando involucrada la Disney en la producción, es imposible que el filme resulte objetivo; y si bien el libreto se arriesga a tocar un par de temas delicados - la muerte de uno de los personajes principales; las golpizas que el viejo Elias le daba al pequeño Walt cuandro era chico y se negaba a trabajar repartiendo diarios -, toda la historia se encuentra tremendamente sanitizada, como si hubiera un deseo vehemente de complacer a la memoria (y los herederos) de P.L. Travers, la cual era una persona como mínimo conflictiva. Si hay algo que me ha enseñado la historia, es que los personajes mas exitosos de todos los tiempos han sido tremendos lunáticos, amorales o excéntricos, fruto de una vida inusual, y la cual los ha dañado profundamente como personas; individuos peleadores o antisociales, o enemigos acérrimos de sus propias familias, a las cuales han castigado como una especie de revancha de la vida, haciendo abuso de su fama, poder y fortuna en toda su gloria. Mientras que su vida personal los ha convertido en individuos totalmente atípicos (y por ello se han vuelto creativos y famosos), por otra parte son personas despreciables que han tomado todo tipo de decisiones para lastimar al entorno que los rodea, manteniendo una doble moral y una falsa imagen familiar de las puertas de su casa hacia afuera. Esto ha ocurrido con Joan Crawford, Bing Crosby, algún ídolo innombrable del fútbol argentino, Bette Davis, y una gruesa lista de gente famosa, y es lo que ocurrió en la vida real con P.L. Travers. La autora era una persona detestable que despellejaba a medio mundo, antisocial y de lengua venenosa, una seguidora serial de falsos gurúes - según los cuales terminó adoptando a uno sólo de una pareja de gemelos (y sólo al primer nacido), negándole el contacto al restante chico con su hermano durante el resto de su vida (amén de podarle de una vida de fortuna y comodidades), y disponiendo condiciones miserables en la ejecución de sus bienes al momento de su fallecimiento, otorgándole a su hijo una renta inferior a un salario mínimo durante el resto de su vida - y, desde ya, una persona a esquivar. No sólo esto se ha podado de la cinta, sino también su supuesta relación lésbica con Madge Burnand, hija de un reconocido autor teatral, con quien convivió mas de 10 años. Desde ya que la Travers era una persona compleja - el único ejemplo que se me viene a la mente es Steve Jobs, otro individuo tan genial como aborrecible -, pero aquí su personalidad ha sido tan sanitizada que apenas queda reconocible.

Entre dichas omisiones y sus ponzoñosas criticas hacia la versión filmica de Mary Poppins - negándole a Disney los derechos cinematográficos sobre el resto de sus novelas, y autorizando únicamente una versión teatral en el 2004, hecha a su gusto con apenas un puñado de canciones de la película, protagonizada integramente por actores ingleses parecidos físicamente a sus personajes, y despojada de todos los elementos que odió en el filme de la Disney -, la única conclusión posible es que Saving Mr. Banks es una versión de fantasía lejanamente basada en hechos reales. Por ejemplo, el filme da a entender que - al final de todo el proceso, y cuando Walt Disney abre su corazón ante la Travers -, la autora experimenta un proceso de catarsis y reconciliación consigo misma y con su pasado, y que el filme termina funcionando como la liberación de un pesado lastre emocional que la mujer ha cargado durante décadas... lo cual se encuentra a años luz de lo ocurrido realmente. La escritora odió a Disney y a su filme, y lo defenestró en cada ocasión que pudo durante los años que le quedaron de existencia.