El sorprendente Hombre Araña

Crítica de Javier Mattio - La Voz del Interior

¿Ver o no ver "El sorprendente Hombre Araña"?

Se lo anunció hasta el hartazgo: El Sorprendente Hombre Araña es un reboot, un relanzamiento, un borrón y cuenta nueva. A olvidarse de Raimi, de Maguire, de Dunst. Este es “otro” Hombre Araña. Uno que desde los primeros instantes de la cinta expone una versión skater, tecnologizada (el adolescente Parker recurre al buscador Bing y juega a los videojuegos en su celular) y aggiornada del clásico héroe de la Marvel.

Y la noticia no es mala, por más que le pese a dogmáticos o nostálgicos. Aunque esté precedida de un comienzo temible por su recurrencia (Parker es el chico tímido pero de nobles modales asediado por el enésimo matón de escuela, al que después humilla con su poder arácnido) y coronado de un estridente final hollywoodense y con gusto a secuela, El sorprendente... se planta con orgullo de filme cuidado, de homenaje a la altura del mito.

A eso colabora un Marc Webb que no se enreda en las telas del indie o del mainstream, siendo lo suficientemente impersonal como para imprimirle un sello detallista y encantador a tanta sobrecarga industrial. Su aporte se aprecia en el bien llevado romance entre Andrew Garfield/Peter Parker y Emma Stone/Gwen Stacy, mucho más feliz que el de 500 días con ella, y que nunca peca de artificial ni de ingenuo. Y, por encima de todo, hay que reivindicar el grandioso trabajo de Garfield, quien logra un Peter Parker conmovedoramente humano y vulnerable a pesar de su andar canchero y miradas de winner.

Su historia, desarrollada en la primera mitad, es simple en su clasicismo: Parker es un huérfano criado por sus tíos que descubre en un viejo maletín un mandato de su padre. Es la sombra de esa ausencia la que motoriza a Parker, la que parece determinar su obsesión heroica, la que modela (trágicamente) al héroe y lo hace toparse con la araña que le da superpoderes, cruzada que también lo lleva a las puertas de Oscorp y al villano del filme, el científico Curt Connors (un sólido Rhys Ifans) y su lado Hyde el Lagarto.

La segunda mitad, menos prosaica, está nutrida de una acción vertiginosa de arcade y de acrobacias épicas entre edificios, lo que acaba por conformar un filme bifronte, con colchón de fábula teen y adornos de alta definición en los que el argumento se suspende, deja a Peter Parker y su “origen” para ostentar a ese Hombre Araña cool y texturado con aspecto de alien, exhibido desde múltiples planos como un objeto de diseño de última generación. Que lo es, y de allí lo de “sorprendente”, aunque la fructífera química Parker–Stacy sea, también y a su manera arcaica, una entrañable y tierna forma de la acción.