El sorprendente Hombre Araña 2

Crítica de Nicolás Viademonte - Función Agotada

La gran ilusión

La primera entrega de la nueva saga de Spider-Man, estrenada en el 2012, contó a su favor con el factor sorpresa y las bajas expectativas (como también en su momento tuvo Batman Inicia) por la proximidad con esa calamidad cinematográfica llamada Spider-Man 3. Más allá de los condicionantes externos, el film dirigido por Marc Webb cumplía con el objetivo de relanzar una franquicia con un nuevo halo de frescura y diferenciación. Ahora llega El Sorprendente Hombre Araña 2 (The Amazing Spider-Man 2) para confirmar que el superhéroe que se columpia entre los edificios se encuentra en buenas manos.

El_Sorprendente_Hombre_Araña_2_EntradaLuego de los sucesos ocurridos en la primera parte, donde salvó a la ciudad del verdoso Lizard, Spidey (Andrew Garfield) se encuentra en el máximo punto de notoriedad. Es la gran ilusión de una Nueva York segura, sin peligrosos delincuentes sueltos por las calles. Peeeero mientras Spider-Man es la esperanza blanca, el bueno de Peter Parker batalla con la promesa realizada al padre de Gwen (Emma Stone) y el amor incontenible que siente por la blonda adolescente. Y como si fuera poco, también sigue intentando descubrir los misterios detrás de la muerte de sus padres. El problema se presenta cuando el ignoto Max Dillon (Jamie Foxx) sufre un accidente y se convierte en un súperpoderoso villano que se alimenta de electricidad y que puede utilizarla para hacer bastante daño, como por ejemplo hacer pelota todas las pantallas del Times Square. A todo esto reaparece Harry Osborn (Dane DeHaan) para dirigir la compañía de su padre y de paso convertirse en otra amenaza latente para el (nacional y) popular héroe.

Con sólo la primera entrega resultaba injusto realizar una comparación con la saga previa, pero con dos películas se puede comenzar a joder un poco con esto. Comenzando por los directores, hay que mencionar que Sam Raimi fue una gran elección y Marc Webb ha demostrado que no le costó demasiado el salto a las grandes ligas. Se podría declarar un empate. El tema está en que Andrew Garfield le gana por mucho al Spidey de Tobey Maguire. El Spider-Man del actor de Red Social cuenta con más habilidades que Maguire para este rol. Su carisma, su facilidad para los momentos cómicos y su apariencia de niño nerd pero a la vez interesante lo ponen bastante por encima en consideración del intérprete convocado a comienzos de este milenio. Quiero mucho a Kirsten Dunst, pero Emma Stone como partenaire romántica es un rival imposible de vencer. La bellísima colorada (acá teñida de un brillante rubio) de grandes ojos gatunos y sonrisa estridente se encuentra en estado de gracia. Su Gwen Stacy es todo lo adorable, inteligente y amorosa que todo (súper) hombre desearía tener a su lado.

Siguiendo en ese camino de contrastar la de “Maguire” con la de “Garfield” no podemos dejar de lado la estelar aparición de Dane DeHaan para llevar adelante al Harry Osborn que anteriormente había interpretado James Franco. Y acá de nuevo hay una ventaja para la iniciada en el 2012. Franco es un confiable actor y su versión de Harry estaba bien pero por momentos resultaba demasiado “bello” e impasible para ese tempestivo personaje. En cambio sí hay alguien que podría ser el hijo de Willem Dafoe (el excelente Duende Verde de la dirigida por Raimi) es DeHaan. Ese rostro de trastornado y enigmático le arrebata cualquier posibilidad al actor de Spring Breakers.

Volviendo a la actual segunda entrega hay que destacar que por momentos sufre demasiado las esquirlas de un guión poco certero que quiere abarcar mucho y no consigue plasmar sus ideas. El desarrollo de los dos villanos principales (la participación de Paul Giamatti cómo Aleksei Sytsevich es escasa y no entra en la cuenta como némesis de Spidey) se convierte en la principal arma en contra de El Sorprendente Hombre Araña 2. Harry posee mal que mal un buen tiempo en pantalla para comprender su comportamiento, pero sin dudas el ejemplo más emblemático es el (poco y torpe) tratamiento de Electro. El accidente y posterior adquisición de los poderes de Max Dillon resulta bastante antojadiza y mal ejecutada, no hay ninguna explicación sobre la magnitud y funcionamiento de su poderío. Sí bien se entiende que el villano color pitufo resplandeciente se alimenta de la electricidad, resulta llamativo el nulo esclarecimiento sobre a qué temerle.

Sí bien esta segunda saga arácnida viene mejor rumbeada desde el casting y su primera parte así lo demostró, los trailers dejaban abierta la repetición de la fallida formula de Spider-Man 3, más que nada por la presencia de varios enemigos a enfrentar. Además, abundaba la presencia de un descorazonado CGI, es verdad que crear a Electro y plantear un ambiente donde pudiese explotar sus poderes sin esa técnica era imposible, pero parece utilizada más para impresionar que cómo un recurso ineludible.

Por suerte para nosotros esta segunda parte apuesta por la continuación en el desarrollo del lado humano de Spider-Man, en contraposición a lo demostrado en los avances.

Webb sigue la línea humana planteada en la primera parte y Parker/Spidey sigue siendo ese adolescente golpeado por la vida (continúa intentando superar y entender el “abandono” de sus padres), por su intrascendencia laboral (su tía May labura doble turno para poder mantenerlos), por su relación con Gwen (siente que debe terminar con ella por la promesa a su padre a pesar de amarla) y de paso por un par de villanos que quieren cagarle un poco más la existencia. En ese tire y afloje por salvar la ciudad y comprender y recomponer su puta vida se encuentra lo más destacado de la secuela. Bien por El Sorprendente Hombre Araña 2 que, a pesar de algún que otro altibajo, sigue fiel a las ideas planteadas en su antecesora.