El sorprendente Hombre Araña 2

Crítica de Mariano Torres - Fuera de campo

“Hoy es mi cumpleaños. ¡Es hora de encender las velitas”. Esta es tan sólo una de las tantas líneas que dispara un villano y ejemplifica a la perfección la elementalidad de esta segunda aventura de El Asombroso Hombre Araña. Algunas otras son, inclusive más básicas, y en un determinado momento se reducen hasta un simple “¡me las pagarás, arácnido!”. Corto, sencillo y eficaz, aunque, a decir verdad, un poco infantil. El argumento, inclusive desde la malvada intención de los villanos, también lo es: Electro, el principal de los tres contrincantes que se enfrentan a Spidey, apenas amenaza con cortar la electricidad a toda la ciudad de Nueva York para que los ciudadanos sepan lo que es “vivir sin energía”. Claramente, jamás pasó un verano en Buenos Aires.

Pero, para entender que en el fondo éste villano está lleno de odio y maldad, la música lo enfatiza entre susurrando y rapeando una canción que dice “¡los odio a todos! ¡los quiero muertos!”. Por suerte, la canción es extradiegética (es decir, no pertenece al mismo mundo que los personajes sino que es parte de la banda sonora) y nadie, por ende, toma conciencia del peligro: tan débiles son los antagonistas, que los newyorkinos pueden ver las peleas entre ellos y Spider-Man en primera fila, detrás de una endeble barricada. No resulta sorprendente entonces que hasta un niño se le plante valientemente a uno de ellos. Marc Webb, quien antes de tomar las riendas de este renacimiento juvenil del superhéroe más ñoño de todos, contaba en su curriculum con apenas la ínfima 500 días con ella, se vuelca más al diálogo que la acción en un intento de caracterización que, de no ser porque queda trunco entre escenas que parecen salidos de una tira de Cris Morena, sería loable.

Así, el “vecino amigable” de Manhattan intenta dejar a su chica al comenzar la película por razones nobles, pero es ésta quien lo deja, se alejan, se extrañan, se necesitan y una postal romántica tamaño Puente de Brooklyn los vuelve a juntar.Cada tanto, entre rosas, un supervillano gruñe y asegura que acabará con Spider-Man. Los entusiastas de esta reciclada saga, frecuentes detractores de la tercera -y última- película de Sam Raimi basada en el mismo personaje, se encontrarán con una incómoda verdad: todo lo criticado allí, desde la incorporación de “demasiados villanos”, hasta el polémico corte de pelo emo de Tobey McGuire (aquí, modelando en el cabello del pequeño Duende Verde en vez de Peter Parker), pasando por la cursilería y la ridícula acción de los personajes, se amplifica en esta segunda entrega de la “nueva mirada” de Marc Webb.

Apenas una sorpresa (que no lo es tanto para quienes conozcan la historia del personaje en el cómic) devuelve algo de interés para el casi final de la película, pero no es suficiente para rescatar esta aventura del olvido.