El sonido de los tulipanes

Crítica de Laura Pacheco Mora - EscribiendoCine

Policial y estratega

La clave para esclarecer un hecho criminalístico, se relaciona aqui con un juego de estrategia, en el cual dos partes, aparentemente antagónicas, se enfrentan entre sí. En prinipio encontramos una relación conflictiva padre e hijo. A partir de allí, la investigación develará el misterio que se esconde detrás de esta hostilidad.

El sonido de los tulipanes (2018) nos sitúa en una Buenos Aires durante la crisis de 2001, Marcelo (Pablo Rago), un frustrado escritor quien por descarte oficia de periodista en un medio vinculado al poder de turno, debe desandar el camino que recorrió Tonio, su padre (Roberto Carnaghi), un reconocido pensador, quien es hallado sin vida en misteriosas circunstancias.

Acompañado por Caro (Calu Rivero), ex secretaria de su padre y curadora de una galería de arte, Marcelo naufraga en un mundo turbio, en donde conlfuyen la violencia y la ambición de poder. Se enfrentará a “El Loco” Bertolini (Gerardo Romano). Marcelo y su padre se encuentran distanciados por diferencias ideológicas, y a su vez, el primero no logra mantener una relación fluída con su propio hijo. Comienza entonces, una intensa investigación sobre la muerte en cuestión, que expondrá toda la suciedad escondida en diferentes sectores sociales y con la que convivimos a diario.

Este policial negro, es dirigido y co-guionado por Alberto Masliah quien consigue aqui, plasmar su impronta. Nos introduce en el relato con un travelling extenso y muy bien logrado desde la escena del crimen, lo cual resulta muy interesante. Desde lo estético, cabe destacar que utilizó por un lado: colores, flores y una casona de paredes blancas, aludiendo una supuesta limpieza; y por otro lado la basura y la suciedad de un asentamiento, trazando un importante contraste entre ricos y pobres, y qué es lo que cada uno desde un lugar prejuicioso podría pensar. Sin embargo, lo que sucede es todo lo contrario, y más cercano a nuestra realidad sociopolítica.

Es remarcable el poético trabajo de fotografía y sobresalen las impecables actuaciones de Gerardo Romano, Roberto Carnaghi y Gustavo Garzón. La película contiene todos los elementos de un policial en cuanto al ritmo de la acción e intriga, se nutre de flasbacks para comprender la relación padre e hijo y de sueños con un efecto de cámara ralentizada atractivo, manifestando la verdad que el protagonista se rehúsa a aceptar, aún cuando la tiene ante sus ojos.

Este film, expresa de forma sincera y profunda e idílica, una realidad oscura de nuestra sociedad, relacionada con durísimas épocas tan sufridas por los argentinos, las crisis sociales y la falta de oportunidades en las que se encuentra sumergida gran parte de nuestra población.