El sobreviviente

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Basada en hechos reales, según se informa comenzada la proyección, instala allí nomás la tarea de dilucidar qué es lo real de los hechos que se relatan
La apertura de la narración es un catalogo actual de lugares comunes en los que ha caído el cine de Hollywood más retrogrado en relación al patrioterismo mal entendido, es toda una catarata de excusas para mostrar cómo se va forjando el sentimiento de camaradería entre los soldados, aprovechando el aislamiento que se produce durante el entrenamiento.
La historia se centra en cuatro miembros de los SEALS (elite de las armada yankee) como responsables de la misión llamada “Red Wings”, por lo que son los encargados de “asesinar” a Ahmad Shah (Yousuf Azami), un líder talibán que sin juicio alguno ya tiene sentencia.
Estos compañeros son dejados en las colinas de Afganistán a la buena de Dios, o de su poder de fuego, Marcus Luttrell (Mark Wahlberg), Michael Murphy (Taylor Kitsch), Danny Dietz (Emile Hirsch) y Matt Axelson (Ben Foster).
El filme esta basado en el libro escrito por Marcus Luttrell y como lo que menos propone es la intriga o el suspenso, se puede anunciar que Mark Wahlberg es asimismo uno de los productores. Ergo es el sobreviviente.
Lo que le interesa a todos los responsables de esta producción es, primero, dejar muy claro la valentía de esos muchachos, en segundo lugar, la importancia de la camaradería, y tercero, que ellos, los yankees, son los garantes de la paz mundial. Cartón lleno.
Claro que para ello utiliza más de 90 minutos de los 121 minutos de duración en atraparnos, a los espectadores, a base de violencia glamorosa, excitante.
Ni bien comenzada la misión el grupo queda incomunicado con la base de operaciones en medio de las montañas a las que deberán subir, a una altura liberadora importante, o volver a la otra ladera del pico donde se encuentran. Por cuestiones del azar tropiezan con un grupo de cuidadores de ovejas, y el planteo moral que se les presenta es si se los deja ir, corriendo el riesgo que avisen a los talibanes de su presencia, o se los inmoviliza de alguna manera, matándolos o atándolos lo que sería casi lo mismo en una noche de heladas como se avecina. Dos a favor de una postura, dos de la otra.
En la secuencia siguiente los cuatro son perseguidos por cientos, miles, de talibanes malos, muy malos, que los quieren matar a ellos, pobrecitos, que no habían hecho nada hasta ese momento, salvo estar en un lugar al que nadie los invitó, haciendo cosas que nadie les pidió.
Pero como es una producción de guerra, y en cuanto al género cumple, esta muy bien filmada, con una muy buena fotografía, música cuando la imagen lo requiere de manera empática, montaje de cortes rápidos como marca el libro de las realizaciones de acción, actuaciones más que convincentes, y los muy bellos escenarios naturales que pasan a jugar por momentos como si fuese otro personaje antagonista en la mayor parte de las escenas.
El diseño estético establecido redundará para que casi podamos sentir el nivel de dolor que soportarán personaje, guardando para el final una joyita, casi del orden de lo inverosímil, una manipulación desleal del espectador que se podría denominar como un golpe de efecto sobre el discurso, o golpe bajo, certificando parte de la veracidad del relato en las imágenes durante los créditos.
Lo real de los hechos es que hubo una misión, hay un sobreviviente, hay alguna verdad en el desenlace, hay un libro autobiográfico, y un relleno a gusto del consumidor, y éste ¿se lo traga o no?