El silencio de otros

Crítica de Paula Vazquez Prieto - La Nación

Como en la Antígona de Sófocles, los susurros de María Martín a la vera de una ruta española inauguran la travesía para enterrar a los muertos del franquismo, para terminar con la impunidad de los verdugos, para recuperar la memoria de la historia española. La referencia trágica nace de declaraciones de Pedro Almodóvar, productor del documental junto a su hermano, y se nutre del arco que atraviesa la película, con las siluetas del Monumento a los Caídos detrás, con la ambición de justicia como horizonte.

Los directores Almudena Carracedo y Robert Bahar cuentan la lucha de las víctimas de la dictadura de Franco por alcanzar una verdad silenciada desde la ley de amnistía de 1977. La querella argentina de 2010 es el punto de partida para la investigación del pasado, pero la mirada de los protagonistas es siempre hacia el futuro: gestar en una sociedad que eligió el olvido, la persistencia de los recuerdos que todavía se adeudan.

Menos concentrada en el enigma de la resolución judicial que en las peripecias de su trayectoria, la película expone de manera descarnada los testimonios de los sobrevivientes. De Buenos Aires a Madrid, de las tumbas a los tribunales, El silencio de los otros consigue poner en imágenes el fervor y la templanza de sus personajes con los recursos más austeros, siguiendo plano a plano las raíces de una convicción que nunca ha sido erosionada.