El rocío

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

El delicado equilibrio que existe entre los productores o fabricantes y la población general puede desbalancearse peligrosamente cuando los primeros no cumplen con las leyes y hacen las cosas a su conveniencia, sin respetar a nadie. Eso lo podemos observar claramente en ésta película, rodada en gran parte en un pueblo entrerriano, con algunas escenas, desarrolladas en Buenos Aire

El director Emiliano Grieco realizó una ficción sobre la contaminación y las enfermedades que generan en los seres humanos, y también en los animales, la utilización de agroquímicos y pesticidas, en este caso el glifosato

La estructura del film oscila entre el drama y el thriller. Protagonizado por Sara (Daiana Provenzano), quien interpreta a una madre de una beba que se mudó hace poco a una humilde vivienda ubicada frente a unos campos de cultivo. El padre de la nena, como lo llama ella, está preso, así que debe hacerse cargo de todo trabajando en el ordeñe de vacas. Tiene otros familiares que están relativamente cerca, pero no recibe ayuda de nadie.

Sara es decidida y valiente. Cuando se entera que su hija está enferma por culpa de las fumigaciones que hacen frente a su casa, el médico del pueblo, Fernando (Tomás Fonzi), le recomienda que vayan a un hospital de Buenos Aires para tratarla.6

Frente a esta dramática situación, y al no tener dinero para los viajes, acepta convertirse en una mula para llevar cocaína en el micro que la lleva a la Capital.

La protagonista se convierte en una suerte de “Erin Brockovich” (2000) del subdesarrollo, peleando contra los poderosos de turno, transando con un narco, ocupándose de su hija, llevándola siempre a upa, no siendo escuchada ni apoyada, etc.

El relato tiene un ritmo lento pero contundente. Hay muy pocos momentos de esparcimiento. Con un criterio estético distintivo hay en ciertas ocasiones, imágenes de similares características, con un mismo sentido dramático, que, junto a una música incidental potente, construye atmósferas inquietantes.

Sara no es una heroína ni una justiciera, sólo quiere ver bien a su hija y vive para ella. Hace lo que puede y sin respaldo familiar, emocional, o jurídico. Durante esa desesperada búsqueda establece los mecanismos que considera necesarios para lograr el tan deseado bienestar, cueste lo que cueste.