El robo del siglo

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Pasó el viernes 13 de enero de 2006 en Acassuso, elegante barrio del Gran Buenos Aires. Se lo consideró un robo perfecto desde el punto de vista de los hechos y parece haber satisfecho a una gran mayoría que vio en lo que ocurrió lo que cada uno quiso interpretar. Un robo a un banco con armas de juguetes, que diluyó entre 15 y 20 millones (atrapados los responsables, fue encontrado un uno por ciento del botín), que vació la mitad de sus más de 140 cajas de seguridad y no dejó víctimas (los arrendatarios de las cajas fueron compensados por el banco). Como final, una épica salida de los ladrones cargados con su precioso botín en deportivos gomones desde las profundidades del banco hacia el río de la Plata. Todo aglutinó un operativo de más de trescientos policías, francotiradores y los medios que acompañaron el suceso.

Un "robo blanco" que cerró su actuación con el mensaje que dejaron los ladrones para la policía: "En barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es sólo plata y no amores". Escrito que emanaba un reconocible y cooperativo aroma idealista a Robin Hood del conurbano.

GUION REDONDO

El filme de Ariel Winograd ("Mi primera boda", "Vino para robar") se mete con los que protagonizaron el hecho, antihéroes barriales capaces de hacer realidad sueños imaginarios y "construir impensables rutas" hacia el quimérico objetivo. Los pinta con sus personalidades y exponiendo sus acciones personales, para luego mostrar su entorno y el cómo fue posible todo. No contento con esto, los descubre ya fuera de la prisión, en sus casas después del robo y con leyendas, en el final, que nos informa qué fue de ellos terminada la condena.

Un buen ritmo narrativo y un guion claro realizado por uno de cinco perpetradores del llamado "robo del siglo" (Fernando Araujo con el distribuidor Alex Zito) marcan parte del acierto de esta realización comercial; el resto lo integra la cuidada parte formal con la fotografía de Félix Monti a la cabeza, un impecable trabajo de producción y la solvencia profesional de los actores.

A la cabeza, la dupla Francella-Peretti. Francella como el uruguayo Vitette Sellanes, interpretación luminosa y abierta del "personaje más personaje", capaz de jugar con él mismo y con los demás. El otro, el cerebro de la banda, el artista que planeó todo, Fernando Araujo (que con el tiempo fue coautor del guion de la película), encarnado por Peretti en una actuación que combina intimidad y exteriorización de sentimientos en logrado combo.

La totalidad del elenco no tiene desperdicios, desde los actores que encarnan al negociador y al fiscal, hasta la anciana clienta del banco que cumple años (Pochi Ducasse), todos se ponen el uniforme de una película entretenida y hecha con pasión.