El rito

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Hay un axioma cinematográfico, sobre todo cuando se refiere a productos hollywoodenses, que reza: "Si el filme esta basado en hechos reales, no le creas nada".

Que queda de esperar cuando al principio de la proyección se puede leer "inspirado en hechos reales", ya ni siquiera "basado".

¿Son sinónimos? No exactamente, por lo cual llevará a confusión al espectador creyendo que verá algo del orden de una realidad, que no es. Sólo puede deducirse que los personajes encarnados por Anthony Hopkins (Padre Lucas) y del inoperante Colin O´Donoghue (Michael Kovac) tienen existencia real, fuera de la pantalla.

En tanto y en cuanto a producto fílmico terminado, éste no sólo no aporta nada nuevo, sino que además por lo previsible que se torna a partir de los 15 minutos, aburrida.

De que va la historia. Un joven que trabaja en la empresa de la familia, una funeraria, acicalando los cadáveres, decide poner distancia de esa labor tan vital (en sus dos acepciones, la relativa a la vida y la que esta en relación a lo importante) internándose en un seminario para ser un eclesiástico.

Pero al final de su estadía en el seminario, tras perder su fe, y luego de presentar su renuncia, es convencido por su maestro y superior (Toby Jones) que se inscriba en un curso de exorcismo en el Vaticano.

Es allí donde conoce al padre Lucas y a una estudiante (Alice Braga), pero que en realidad es una periodista que investiga sobre el exorcismo en el siglo XXI en general y en las practicas del padre Lucas en particular. Trío Completo.

Sólo resta sumarle, valga la contradicción, la niña que será exorcizada, bromas aparte, cuando el padre Lucas, ante el primer ritual, le dice al joven cura, "¿Qué esperabas, cabezas girando...?”.

De allí en adelante, el filme se torna en eso mismo que parece querer ridiculizar y queda en ridículo comparándola con "El Exorcista" (1973), u otros guiños comparativos, como que la niña este embarazada, ¿por el diablo?, reminiscencia de "El Bebe de Rosemary" (1968).

Recurriendo a infinidad de lugares comunes del género, degenerándolo. En cuanto a su estructura narrativa, es clásica, lineal, sólo algunos flashback, intentan mínimamente romper con la monotonía de la linealidad del relato.

Todo el diseño de arte esta trabajado en función de la imagen y de la historia, no hay contrapuntos de ninguna naturaleza, sólo afirmación de lo mostrado, desde todo punto, música empatica, exabruptos sonoros para asustar, que no cumplen con su cometido, la fotografía acorde a lo narrado. Ni hablar de un guión casi inexistente, pobrísimo, donde lo más importante, esto es la confrontación entre el escepticismo del joven y la fe del viejo cura, sólo esta nombrada sin desarrollar. Todo esto sucede después de esos primeros quince minutos iniciales donde parecía prometer ser otra cosa, pero que se empieza a diluir hasta convertirse en un mar de inoperancia.

En relación a las actuaciones, el gran Anthony Hopkins, paso, lo hizo de taquito, cobro y se fue; Alice Braga pone su belleza; Rutger Hauer vuelve con oficio; Toby Jones esta netamente desperdiciado, y el actor protagónico no seduce a nadie.