El rey león

Crítica de Matías Lértora - Cines Argentinos

Como buen niño de los 90s, El Rey León me marcó con fuego y se convirtió en mi película animada preferida, incluso en estos días de explosión Pixar.
Era sabido que se venía la remake dado al plan de Diney de rehacer en live action todos sus clásicos animados.
Y ahí la primera cuestión: ¿Vale decir que este estreno es live action?
La verdad es que no, porque lo usado es una muy sofisticada técnica de animación.
Lo cual no es un problema, y ya me explayaré un poco sobre lo fantástica que es la película a nivel visual.
Lo que ocurre es otra cosa, porque se diferencia con Aladdin, La Bella y la Bestia y las otras en donde había humanos interpretando a los personajes antes animados. En El Rey León se ve una remake casi fotograma a fotograma pero más tecnológica.
La historia es la misma, o sea que es muy buena, pero al sacarle las caras “mas caricaturescas” y tiernas reemplazadas por un realismo extremo, cuesta que te pegue de la misma manera.
Es más, incluso resulta raro ver como se mueven los labios cuando hablan. Son dos extremos conviviendo y el resultado es, al menos, polémico.
Esto causa una sensación de frialdad en la -inevitable- comparación con la película original.
Porque El Rey León es sentimientos, en animación, en banda sonora, obra de Broadway o lo que sea. Y aquí falla en eso.
Amén de que todos conocemos demasiado bien la trama y que por lo tanto es difícil que te pegue la muerte de Mufasa de la misma manera.
Pero si la comparamos con la reciente reinterpretación de Dumbo, aquella película si logró transmitir mucho e incluso igualar a la original en la famosa escena con la madre.
Pero ello fue debido a una construcción de una historia que varió de la original y con el apoyo de un gran elenco.
Aquí las voces son excelentes, pero te distraés con todo lo demás.
Ni el fantástico Pumba de Seth Rogen puede llegar a ser apreciado por completo debido al gran realismo. James Earl “Darth Vader” Jones es imponente, tanto que el Simba adulto (Donald Glover) queda un tanto desdibujado.
Se luce mucho más Beyoncé como Nala, y no solo por las canciones que entona.
Cabe aclarar que no vi la película en su versión doblada, pero por el trailer infiero que la sensación es la misma.
En cuanto a lo visual, Jon Favreau y todo el equipo hacen un laburo superlativo.
Las texturas, los pelos, el agua, el viento.
Los ojos no dan abasto para poder apreciar todo.
Y ahí otra cuestión, tengo muchas ganas de ver el film otra vez, experimentar lo visual y también ver qué me pasa con los personajes en un segundo visionado.
En definitiva, es de esas películas que uno está obligado a ver, ya sea para revivirla, para rencontrarse o para descubrirla.