El rey león

Crítica de Guillo Teg - El rincón del cinéfilo

Ya no es ningún secreto que Disney es una máquina de hacer billones de dólares en todo el mundo. Una locomotora imparable de arrasar taquillas y romper récords. Cuando pasen sólo un par de días, luego de éste estreno, “Avengers endgame” (Anthony y Joe Russo, 2019) habrá pasado a “Avatar” (James Cameron, 2009) como la película más taquillera de la historia, “Toy Stroy 4” ya es la numero uno en nuestro país, con el agregado de tener en su catálogo los únicos productos del año que han superado la barrera del millón de espectadores y, por si fuera poco, todavía faltan dos tanques más: “Frozen II” y otra entrega de “Star Wars”. Sin dudas, 2019 ya es el año Disney.

En toda esta enorme planificación que consistió en la compra de Pixar, Lucas Films y Fox todavía sigue produciendo contenido propio, aunque este esté anclado, por ahora, en revisar los clásicos para hacerlos producir más plata. Ya se estrenaron las versiones digitales de “El libro de la selva”, “Aladdin”, “La bella y la bestia” y “Dumbo” (aunque en este caso, sí hay una visión particular de la historia por parte de Tim Burton), Se viene “La sirenita” para el año que viene con Javier Bardem, y ya tenemos en cartelera el clásico que parecía intocable: “El rey león”.

En éste y en todos los casos anteriores, sólo puede colegirse que la intención económica prima por sobre la artística, ya que desde el punto de vista de la realización estamos frente a un casi calco de la original de 1994. Decimos “casi” porque lo que nos lleva de esos 88 minutos a estos casi 118 son una canción adicional y algunas prolongaciones de escenas que por cierto no agregan nada ni al relato ni a la interpretación del texto.

Claro que esto no necesariamente es conclusivo para la apreciación del filme. Las nuevas generaciones que no han visto el clásico habrán de descubrir una gran historia que sigue vigente y no ha perdido su poder emocional.

Luego de ser presentado por su padre Mufasa (James Earl Jones) como el heredero del trono, el cachorro Simba (Donald Glover) comienza a conocer el lugar aún sin saber de la posible conspiración de su tío Scar (Chiwetel Ejiofor), resentido por no ser él quien ocupe el trono. La culpa por la muerte de su padre obliga a Simba al exilio en donde conocerá a los queridos Timón (Billy Eichner) y Pumbaa (Seth Rogen) con quienes trabará amistad a partir de la filosofía Hakuna Matata. Todo así hasta oír el llamado de su destino para volver a recuperar el trono.

Apoyándose en lo sólido de esta historia shakesperiana, el director Jon Favreau da rienda suelta a la segunda estrella de esta versión siglo XXI: los efectos especiales. Sin dejar nunca de estar al servicio de la historia, el trabajo de recreación digital de todo tipo de animales es simplemente deslumbrante. Un verdadero prodigio visual que el mismo realizador ya había mostrado en “El libro de la selva” (2016), sólo que aquí no hay actores, sino sólo animales.

El gran desafío tanto de los encargados de la animación como de CGI consistió en establecer la fina línea entre la gestualidad real de los animales y la ayuda adicional para lograr transmitir las emociones. En este punto puede que se extrañe la expresividad de la animación tradicional. Por lo demás, salvo por esos detalles que uno recuerda con cariño más que otros, no falta nada ni nadie. Están los mismos gags, la misma partitura original y por supuesto las mismas canciones, incluida la fabulosa Circle of life que vuelve a cobrar vida cuando se escucha en ese comienzo arrollador, acaso uno de los mejores comienzos que el cine recuerde.

“El rey león” puede ser versionada de mil maneras, pero la historia sigue siendo la misma.