El rey Arturo: La leyenda de la espada

Crítica de Leonardo González - Río Negro

Larga vida al rey... y a Guy Ritchie

El rey Arturo debe ser uno de los personajes más retratados tanto en cine como en televisión, directa o indirectamente, con actores reales o de forma animada. Es el monarca ideal por excelencia, y tal vez la fascinación por él nazca por la duda que hay de si realmente existió o no.

Proviene de la literatura y el folclore, pero si se cree que pudo haber sido alguien real, o que el personaje haya sido basado en alguien que caminó por este mundo, bienvenida su leyenda. Y una nueva obra que lo tiene como protagonista llega a las salas de los cines: hablamos por supuesto de “El rey Arturo: La leyenda de la espada” (King Arthur: Legend of the Sword, 2017)

Uther (Eric Bana) es el justo y benévolo rey que defiende a su pueblo de sus más acérrimos enemigos: los magos. Claro, puede enfrentarse al poder que tienen gracias a su poderosa espada mágica Excálibur. Pero lo que el soberano no sabe es que será traicionado desde su círculo más íntimo, ya que su hermano Vortigen (Jude Law) aspira a la corona y no dudará en asesinar a cualquiera ni cometer los peores actos para alcanzar su objetivo.

Es así que Uther y su esposa son víctimas de su codicia, pero el rey logra salvar a tiempo a su bebé recién nacido llamado Arturo. El niño es encontrado por unas prostitutas en la ciudad de Londinium y será criado por ellas en un burdel, desconociendo quién es en realidad ni sus orígenes.

Arturo (Charlie Hunnam) crecerá en las calles, se educará en ellas, aprenderá a sobrevivir y, por supuesto, se nutrirá de cada treta que le depare algo de dinero. Con el tiempo y junto con su grupo de amigos será el que imponga el orden en los callejones de la ciudad hasta que, por obra del destino, un día será puesto a prueba y sacará a Excálibur de la piedra.

Ahora, y con la ayuda de una extraña hechicera (Astrid Bergès-Frisbey), se verá obligado a tomar algunas duras decisiones, deberá aprender a manejar la espada, vencer a sus demonios y unir al pueblo para derrotar al tirano Vortigern y vengarse de quien robó su corona y asesinó a sus padres.

Para entrar en clima tienen que saber que esta película pertenece al director Guy Ritchie, el mismo de, entre otras, “Juegos, trampas y dos armas humeantes” (1998) y “Snatch: Cerdos y diamantes” (2000). Por lo tanto tiene una edición frenética, mucha voz en off relatando la historia, música vibrante, el recurso del flashback. En resumen, una obra que exuda energía y adrenalina la mayor parte del tiempo. A esto súmenle efectos especiales a lo grande y lo que tienen es la leyenda del rey Arturo como nunca la vieron, exagerada pero tremendamente entretenida.

Es que casi toda la obra de Ritchie es así y acá está como desatado, pero le sienta bien al filme y lo que hubiese podido convertirse en un aburrido largometraje de peleas de espadas se traduce en algo completamente maravilloso y nuevo para el género.

Hunnam está perfecto en el protagónico, y miren que movió cielo y tierra para conseguir el papel (se puso en forma físicamente y pidió pelear por el rol con los otros dos finalistas: Henry Cavill y Jai Courtney). Más allá de esto, hace al personaje sumamente atractivo y tiene un buen desempeño.

Otra gran elección fue Jude Law como el malo, trae a la mesa esa elegancia, maldad y encanto de los villanos clásicos ingleses pero con un toque perverso. Ah, estén atentos a cameos de figuras que conocen. La gran noticia es que ésta es la primera entrega de una serie de seis películas que tienen planeadas. Demos gracias por ello.

“El rey Arturo: La leyenda de la espada” vuelve a reivindicar a este entrañable personaje y le da vida y frescura en este nuevo siglo. ¡Dios salve a Guy Ritchie!