El rey Arturo: La leyenda de la espada

Crítica de Denise Pieniazek - Revista Ambar

Un Rey respetado y temido o un Príncipe callejero y querido

Ha llegado a la pantalla grande otra interpretación de la leyenda del rey Arturo, la cual es precedida tanto por las múltiples versiones cinematográficas como literarias. El Rey Arturo: La Leyenda de la Espada (2017) posee reiterados elementos de uno de los relatos que propagaron el mito, Historia de los reyes de Britania (1130-1136) de Geoffrey de Monmouth. Esto se evidencia en las constantes menciones a Merlín, el mago que ha dotado de poder la espada Excálibur, pero él no está presente físicamente en el relato como sí lo está su discípula, una joven maga (que en originalmente era un hada, pero al igual que ella ésta habita en el bosque). Es decir, que la figura del mago Merlín aquí es reemplazado por una figura femenina que es la guía espiritual de Arturo.

En esta historia épica dirigida por Guy Ritchie –Snatch: Cerdos y Diamantes (2000) y RocknRolla (2008)- la fantasía y la presencia musical reinarán desde las primeras secuencias en donde un mago maligno se enfrenta al Rey Uther -padre de Arturo- interpretado por Eric Bana. La elección de dicho actor para el personaje no es casual, puesto que ya lo hemos visto como rey en La otra Bolena (2008), interpretando a Henry Tudor o en Troya (2004) representando a Héctor príncipe de Troya.

Es pertinente dicha mención al universo de la antigua Grecia, ya que en Arturo: La Leyenda de la Espada está construida bajo el relato clásico del camino del héroe haciendo foco en el autoconocimiento del protagonista, desde la niñez hasta la adultez de Arturo, interpretado convincentemente por Charlie Hunnam. Además de tener vínculo con las epopeyas clásicas, la película tiene una relación intertextual con la biblia: el pequeño Arturo, tras su padre ser injustamente destituido del trono, es colocado en un bote para salvar su vida, al igual que Moisés vagará por el agua hasta tierras seguras, para cumplir posteriormente su predestinación.

Tras una inteligente utilización de la elipsis y la condensación del crecimiento de Arturo, observamos que ha sido criado por prostitutas, y ha aprendido a pelear en las calles. Asimismo, es una especie de Robin Hood que ayuda a los indefensos. Mientras tanto, en su castillo natal su tío Vortigern, el villano del filme, ocupa la corona. A partir del encuentro entre ambos, la película desplegará la tradicional dicotomía entre buenos y malos. Incluso diferenciando sus esencias desde el color de sus ojos en los enfrentamientos: rojos de inframundo para Vortigern y celestiales para Arturo. También son opuestos desde una simgología del color en su vestuario tradicional, negro para Vortigern y tonos blancos para Arturo.

El texto que atraviesa Arturo: La Leyenda de la Espada es El Príncipe (1513) de Nicolás Maquiavelo cuya tesis está encarnada en el personaje que interpreta Jude Law. Los parlamentos de Vortigern evidencian dicha relación intertextual, por ejemplo al reflexionar si desea ser un rey “querido u odiado pero respetado”, éste elige la segunda opción. El Príncipe tenía el objetivo de aconsejar a los príncipes acerca de cómo gobernar según las circunstancias con el fin de que estos conserven su poder. De allí se desprendió erróneamente el término “maquiavélico” como una lectura peyorativa del mismo. Retomando el filme, Vortigern con tal de conservar su poder estará dispuesto a realizar ofrendas, tal como se hacía en la antigua Grecia a los dioses, pero aquí los sacrificios son para criaturas de un mundo subterráneo y marítimo encaradas en un isomorfismo de pulpo-sirenas, que remiten automáticamente a Úrsula, la villana de La Sirenita (1989). También Vortigern será caracterizado como cruel realizando castigos públicos mediante la figura medieval del verdugo.

Con respecto a los aspectos visuales situados en el medioevo, tanto el vestuario como la caracterización de los personajes, se encuentra algo fuera de época o visto de otro modo posee un medievalismo aggiornado. Una interpretación posible es que esto es adrede para evidenciar el despojo y simpleza del heredero Arturo frente a los lujos del presente rey, Vortigern. De aquí, se desprende la interpretación principal del filme, éste es una crítica a la tiranía, pero no a la monarquía, y todo ello está atravesado por la lectura sutil de El Príncipe de Maquiavelo. Parafraseando el capítulo XXVII del texto: de ser el principado democrático, aceptado por los ciudadanos, va a ser considerado una monarquía. Si el principado democrático, no es aceptado por los ciudadanos, va a ser considerado una tiranía.

En la literatura europea el rey Arturo era representado como el monarca ideal, tanto en la guerra como en la paz, lo cual se mantiene en esta versión cinematográfica. Lo que difiere de esta transposición es la caracterización de Arturo como un “rey del pueblo”, un rey que se ha forjado en las calles y no en las comodidades de un palacio. Este nuevo rey será querido por el pueblo, ya que sigue los planteos de Maquiavelo, parafraseando su texto: un príncipe nuevo debe ser cauto en sus acciones, esto es lo que diferencia a Arturo de su tío. “la fortuna es amiga de los jóvenes ya que se le imponen con más audacia”. En conclusión, si se lee intertextualmente la película posee algunos elementos interesantes pero no es lo suficientemente audaz ni original, sin embargo, es entretenida.
Ficha Técnica

Ficha técnica: Título original: King Arthur: Legend of the Sword / Año: 2017 / País: Gran Bretaña, Estados Unidos / Dirección: Guy Ritchie / Guión: Joby Harold, Guy Ritchie, Lionel Wigram./Música: Daniel Pemberton/Fotografía: John Mathieson/ Dirección de Arte: Gemma Jackson /Elenco: Charlie Hunnam, Jude Law, Eric Bana, Aidan Gillen, Astrid Bergés-Frisbey, Djimon Hounsou./Producción: Steve Clark-Hall, Guy Ritchie, Tory Tunnell, Lionel Wigram. /Distribuidora: Warner/ Duración: 126 minutos / Estreno en Argentina: 11-5-2017.