El reino de los monos

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

El cuidado de la cría entre comida y peligros

La película de Mark Linfield, también responsable de "Chimpancés", arma una historia que mezcla el documental y la ficción a partir de la narración en off de Tina Fey.

Este es el sexto largometraje de Disneynature, el sello lanzado en 2008, que realiza documentales que capturan a criaturas de la vida salvaje a través de las mirada que le imprimen diferentes directores. El Reino de los monos ubica sus cámaras en unas ruinas de las selvas del sur de Asia para contar las aventuras de la madre primeriza Maya, una mona que protege a su cría de los peligros de la naturaleza y en una alocada carrera que también incluye la búsqueda desesperada de comida.

Como en todos los productos del sello, El Reino de los monos no es la excepción y tiene en cuenta al público menudo al que apunta, evitando detalles escabrosos y tejiendo una historia siempre ingenua con un final feliz. En ese sentido, la potencia y belleza que ofrece cada una de las tomas sirven luego para hilvanar un relato que funciona a partir de la "narración en off" , en este caso a cargo de la actriz Tina Fey.

A lo largo de ochenta minutos, la película de Mark Linfield -responsable también de Chimpancés y La Tierra- arma una aventura que gira en torno a los tópicos como el sentido de pertenencia; el abandono obligado del hogar; el regreso del macho alfa luego de su "exilio"; el enfrentamiento entre grupos para ocupar el Castillo de Roca y la huída a la ciudad, donde los monos se transforman en verdaderas máquinas de devorar todo lo que encuentran a su paso.

El contacto con esos "extraños seres" conocidos como humanos o con un perro que disfruta del intercambio y del juego con los simios son algunos de los simpáticos momentos que entrega el film. También como atractivo se muestran durante los créditos la proeza de los realizadores para posar sus cámaras en lugares peligrosos y en situaciones donde la in-segurdad y las inclemencias del tiempo harían su propia película. Una experiencia válida para sumergirse en un mundo desconocido y en sus pequeñas grandes criaturas.