El reino de la corrupción

Crítica de Anabella Longhi - La Prensa

Rodrigo Sorogoyen, uno de los referentes del nuevo thriller español, está por estrenar "Madre" en su país. Acá, con un poco de retraso, llega a la cartelera "El reino de la corrupción", película de 2018 que fue galardonada en los Goya y en el Festival de Cine San Sebastián.

En su cuarto largometraje después de "8 citas" (2008), "Stockholm" (2013) y "Que Dios nos perdone" (2016), el director se sumerge en un thriller político. Manuel López Vidal (Antonio de la Torre) es un influyente vicesecretario que quiere dar el gran salto para lanzarse a la política nacional. Sin embargo, cuando se filtra información que lo involucra en un hecho de corrupción, su vida de lujos comienza a desmoronarse.

Con un ritmo vertiginoso, acentuado por la banda sonora, la película sigue las andanzas de López Vidal, quien es expulsado del partido, señalado por la opinión pública y traicionado por sus colegas.
A través de una ficción no muy encubierta, Sorogoyen retrata, sin mencionar al partido político, un hecho de corrupción que ocurrió hace unos años en España. El registro desenfrenado del realizador acompaña al protagonista en ese laberíntico y turbio universo para dejar entrever la esencia del caso.

Como en "Que Dios nos perdone", el cineasta parece tomar cierta inspiración del cine de David Fincher. La tensión de las escenas, la música y la densidad de la puesta recuerdan al director de "Zodiac".
Así, "El reino de la corrupción" refleja el engranaje de un sistema político corrupto, que en este caso tiene como escenario a España, pero bien podría suceder en cualquier parte del mundo.