El regreso de Mary Poppins

Crítica de Marianela Santillán - Proyector Fantasma

Con El Regreso de Mary Poppins, Disney nos trae una nueva versión del film de 1964 protagonizado por Julie Andrews, que en realidad funciona a modo de secuela –ambientada aproximadamente veinte años después de la original-, ya que presenta a los pequeños niños Banks como adultos.

Michael (Ben Bishwa) es un viudo que tiene tres pequeños hijos y bastantes deudas, mientras que su hermana Jane (Emily Mortiner) intenta ayudarlo para evitar el desalojo y remate del hogar familiar a manos del villano de turno Wilkins (Colin Firth), como un inescrupuloso banquero. No casualmente Mary Poppins (ahora en la piel de la siempre carismática Emily Brunt), regresa a tal lugar con el afán de ayudar a los Banks y de cambiar el ánimo familiar de grandes y chicos.

No olvidemos que la película transcurre en los años 30, en plena crisis financiera, por lo que el film de Disney se inicia justamente con un esperanzado cántico por parte de Jack, el farolero –interpretado por Lin Manuel Miranda a quien, si son habitués del teatro musical, conocerán-. De esta manera, la apertura de El Regreso de Mary Poppins (2019) intenta generar un clima de optimismo, y de búsqueda por lo maravilloso y fantástico en contraposición con lo acentuadamente lúgubre de la Londres que exhibe.

Más allá de esa intención inicial, el film de Rob Marshall (Chicago) resulta correcto y entretenido, pero realmente no presenta una renovación con respecto a la producción original, ni al género musical y en lo único que se destaca es en las animaciones en 2D, en el excelente vestuario y en algunos pasajes corográficos. Si bien El Regreso de Mary Poppins, es una buena propuesta para acercar a las nuevas generaciones a la historia de la niñera fantástica, no tiene mucho más mérito que ese, resultando incluso repetitiva y extensa en su duración.