El reencuentro (FRA)

Crítica de Marcela Barbaro - Subjetiva

El reencuentro, de Martín Provost
Por Marcela Barbaro

Dos mujeres muy diferentes separadas por el tiempo y la ausencia de un hombre que las vincula. Claire (Catherine Frot) es una partera muy experimentada que ama su trabajo en el hospital. Es soltera, tiene casi cincuenta años y un hijo, Simón, quien pronto será padre. La otra mujer es Beatrice (Catherine Deneuve) quien reaparece luego de treinta años. Ella fue la amante de su padre, cuando Claire tenía trece años, y está sola en el mundo. No trabaja, juega al poker, le encanta el alcohol y la buena vida, el único problema es que está enferma. El reencuentro será clave en el cambio de rumbo que atravesarán sus vidas.

Bajo el título local El reencuentro (nombre alternativo del original Sage Femme que en francés significa partera, comadrona) se aborda, nuevamente, el universo femenino tan frecuentado en la filmografía de Martín Provost. Presentada en el Festival de Berlín dentro de la Selección Oficial fuera de Competencia, la nueva película del director de Seraphine (2008) ganadora de siete premios César y Violette (2013) entre otras, parte de la historia de dos mujeres unidas por el vínculo de un hombre que ya no está, pero que ha dejado un hilo afectivo entre ellas. A diferencia de los títulos anteriores, donde las mujeres luchaban por alcanzar una realización personal, las nuevas protagonistas tienen historias más simples sin ese tipo de aspiración. Otra diferencia será el peso de esa figura masculina que, a pesar de no estar, se vuelve presente a lo largo de la película con un protagonismo central que movilizará el avance del núcleo narrativo.

El peso del relato se inclina, principalmente, sobre Claire (una gran interpretación de Catherine Frot). La cámara no se aleja de ella, registra su lucha diaria: los nacimientos, las muertes, el refugio de su jardín, su problema de adaptación a los nuevos sistemas de salud, el hijo. En todo momento, hay una mirada cercana y de reconocimiento a su profesión, como bien expresa el realizador: “quería rendir homenaje a las parteras. Una de ellas me salvó la vida: al nacer estuve a punto de morir; buscaron sangre desesperadamente hasta que se supo que la comadrona tenía el mismo Rh que yo y podía darme sangre. Tengo, por tanto, sangre de comadrona por mis venas y eso es algo en lo que pienso a menudo… Dicho lo cual, quería rendir homenaje a la profesión al completo, ir más allá de mi pequeña historia para hacer una gran historia dirigida a todo el mundo.”

Los personajes combinan estilos y personalidades muy opuestas que se complementan. Un pasado en común y el presente que las vuelve a unir en otra etapa muy distinta. Ese hecho será un suerte de bisagra en sus vidas que les permitirá saldar lo pendiente. A lo largo de la historia, el binomio vida-muerte será parte de la trama como un ciclo que se relaciona con la profesión de Claire: traer vida al mundo o, por el contrario, con la enfermedad de Beatrice. Al mismo tiempo, la ausencia del padre de Claire se intenta “revivir” mediante fotos, diapositivas y hasta con el parecido físico con Simón. El deseo de continuidad, de permanencia se intenta sostener a través del apego a la vida con acciones que se ejemplifican de distintas maneras. El goce de la libertad, en Beatrice; y la lucha por salvar vidas, en Claire.

El realizador francés despliega con soltura y elegancia una puesta en escena correcta desde lo formal y cuidada estéticamente. La iluminación genera los distintos climas anímicos por los que atraviesan los personajes interpretados por actores de gran trayectoria. Deneuve, a pesar de los años, brilla con luz propia junto a la naturalidad interpretativa de Front. La química entre ellas será uno de los mayores logros de la película. La presencia de Oliver Gourmet, en un papel menor, funciona muy bien para descomprimir la tensión entre las protagonistas.

El reencuentro tiene un buen comienzo que se debilita a lo largo de sus casi dos horas de duración. La reiteración de escenas, la monotonía discursiva, y el manejo no muy claro del suicidio –un hecho que va en contra de lo que se intenta revindicar-, le restan rédito a las expectativas iniciales. Lejos de estar a la altura de Seraphine o Violette, éste drama realista tienen momentos conmovedores, gran calidad visual y un destacado trabajo actoral.

El REENCUENTRO
Sage Femme. Francia, 2017.
Dirección y guion: Martín Provost. Intérpretes: Catherine Frot, Catherine Deneuve, Olivier Gourmet, Quentin Dolmaire,Mylène Demongeot, Pauline Etienne, Audrey Dana, Marie Paquim. Productor: Olivier Delbosc. Música: Grégoire Hetzel. Fotografía: Yes Cap. Montaje: Albertine Lastera. Duración: 117 minutos.