El rascacielos latino

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

De la misteriosa Buenos Aires

El filme es ideal para conocer algo más de nuestra ciudad, siempre de ritmo tan agitado, pero fascinante en los secretos de las calles y construcciones de todos sus barrios.

Nuestra ciudad contiene innumerables secretos, lo que hace que sea misteriosa -como la calificó Mujica Lainez en uno de sus libros- , y despierte el interés artistas, historiadores, artistas plásticos y cineastas, como en este caso.

El cineasta Sebastián Schindel, que tiene en su haber varios documentales muy logrados, entre ellos "Rerum novarum", "Mundo alas" o "Cuba plástica", eligió investigar los orígenes del Palacio Barolo, o galería Barolo, ubicada en Avenida de Mayo al 1300, con salida a la calle Hipólito Irigoyen.

Su documental "El rascacielos latino" permite enterarse que en 1894 se fundó la Avenida de Mayo y que entre 1919 y 1923, el arquitecto Mario Palanti, construyó el Palacio Barolo, por encargo de Luis Barolo, un empresario textil italiano, que cómo él, pertenecían -según se comenta en el filme- a la Logia Masónica.

UN ROMPECABEZAS

El documental tiene por protagonista al director Sebastián Schindel, que va entrevistando a historiadores, administradores, o ex obreros, para ir armando ese rompecabezas que da cuenta del origen del Barolo, del que se dice que en su interior, esconde de manera simbólica, el infierno, el purgatorio y el cielo, en los que se divide "La Divina Comedia" de Dante Alighieri.

Más aún, Schindel logra que uno de sus entrevistados le diga que "podría llegar a ser posible que las cenizas de Alighieri", se encuentren en algún espacio secreto del Barolo, del que entre otras rarezas, en uno de sus subsuelos más profundos, si se levanta una tapa, puede escucharse el sonido de un "río" que según dicen pasa por el lugar.

El Barolo tiene un edificio gemelo en Montevideo, Uruguay, que se llama Palacio Salvo, también construído por el arquitecto Mario Palanti.

DATOS CURIOSOS

Uno de los datos curiosos que transmite el filme es que tanto Luis Barolo, como Mario Palanti, o los hermanos José y Lorenzo Salvo, quienes financiaron el edificio uruguayo, tuvieron un destino trágico.

El documental no solo resulta fascinante por el entramado histórico que intenta descifrar, sino también por el recorrido, prácticamente detectivesco que realiza el mismo director Sebastián Schindel, quien como un cronista va hilvanando uno y otro elemento, para intentar aportar al espectador los mayores datos posibles sobre los por qué de ese edificio, que ha sido catalogado como de estilo neogótico.

Otro dato atractivo es que si se mira desde el Barolo hacia el Congreso, se puede descubrir que en el centro de una de las plazoletas, puede verse una escultura -hoy deteriorada- del bronce "El pensador" de Rodin.

"El rascacielos latino" es ideal para conocer algo más de nuestra ciudad, siempre de ritmo tan agitado, pero fascinante en los secretos de las calles y construcciones de todos sus barrios.