El pulso: la llamada del apocalipsis

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

John Cusack es uno de mis actores favoritos. Quizás por eso, esta res una reseña difícil de redactar. Hace tiempo, estaba consolidado como uno de los más competentes actores de su generación. Sin embargo, algo sucedió desde 2010 hasta aquí que todas sus elecciones de guiones fueron equivocadas y su perfil comienza peligrosamente a parecerse al de Nicholas Cage. Y ya todos sabemos de que hablamos cuando hablamos de él.
Una película basada en un bestseller de Stephen King siempre debería ser interesante de ver. Lo que se presentaba a duda era el tiempo pasado de la obra original (2006).
Hace 6 años que los zombies dominan la escena y las cuestiones apocalípticas con ellos, también.
King participó del guión de este lanzamiento, pero su aporte no puede definirse como positivo.
Sin embargo, “Cell” tenía su potencial. Los smartphones están muy extendidos globalmente y se cree que el 80 por ciento de la población del mundo usa un teléfono móvil. Es decir que si intentaramos algo con ellos, seguramente surtiría efecto, dada su popularidad. Pensar en un tecno thriller apocalíptico tenía fuerza a priori.
“El pulso” habla de eso. De lo sencillo que sería atacar o dominar a la población mundial a través de algo que se filtra en sus portátiles. Y si piensan que el debate es interesante, están acertados. Lo que no sucede aquí es ese intercambio de perspectiva. Hay una riqueza en la discusión que nunca termina de aparecer y todo se limita a construir un drama de supervivencia muy básico.
¿Por qué? No lo sabemos, realmente.
Clayton (Cusack) es un dibujante de historietas que acaba de vender los derechos de su trabajo a una gran compañía. Se encuentra a punto de reencontrarse con su hijo (quien vive con su madre) pero cuando está en el aeropuerto, se queda sin batería en el celular. Acto seguido, se acerca a un público y mientras desarrolla su llamada, comienza a ver como la gente se va contagiando de un fervor extraño que los lleva a enfrentarse entre sí.
Los celulares han recibido una señal que logró afectar la mente humana de tal manera que todo, comienza a ser caótico.
Estos son los primeros minutos de “Cell” y hay que decir que son los más interesantes de la cinta. En ese frenesí para escapar de la terrible confusión (aviones caen, autos colisionan, hay incendios y tableteos de armas), Clayton da con un acceso al subte, y allí se topará con Tom, un maquinista veterano (Samuel L. Jackson) con quien hará equipo para salir de ese infierno donde se encuentran.
Luego de un trayecto corto, el grupo de supervivientes será un poco mayor ( Isabelle Fuhrman primero y luego un par más, nadie que proponga relieve) y partirán hacia las afueras de la ciudad, para resguardarse y buscar respuestas para enfrentar la amenaza.
Cusack y Jackson actúan sin química y con paso errático. Las persecusiones y enfrentamientos fuera de la urbe están lejos de lo que ofrece hoy en el cable, #TWD y muchas otras series (algo pasa con la fotografía y no está bueno). Sólo nos queda entonces el debate filosófico de los peligros potenciales que acarrería un ataque de esta naturaleza.
Y ahi es donde Tod Williams (director de “Paranormal activity 2”), el hombre detrás de las cámaras, tampoco encuentra el tono. Será su falta de roce con mejores presupuestos, o la manera en que trabaja el tiempo y el espacio. Lo cierto es que no funciona. En espacios abiertos Williams hace agua. No construye clima ni fricción y nada fluye.
La peli quiere que entendamos, confusión como si fuera confrontación. No hay en el grupo muchas ideas sobre como avanzar y los apuntes con los que organizan su esquemática defensa de los afectados por las ondas, son previsibles de principio a fin.
“Cell” podría haber sido un thriller oscuro y sólido, pero se convierte en una de las más flojas adaptaciones de Stephen King a la pantalla grande (aunque en varios países fue directo a ondemand, debemos decir). Una auténtica pena.