El prófugo

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Con marcadas referencias a la potencia visual de “El Cisne Negro” (2010) y cierta inspiración en la oscuridad del cine de David Cronenberg, “El Prófugo” combina con acierto drama existencial y horror psicológico, también proliferando en experiencias auditivas inquietantes. Bajo la intención de reflexionar acerca de desórdenes mentales, como las fobias y los traumas no resueltos, Natalia Meta dirige a Érica Rivas y Daniel Hendler, en esta adaptación de la novela “El Mal Menor”, publicada en 1996 y autoría del prematuramente desaparecido escritor C.E. Feiling. Estrenada en el marco de la última edición de la Berlinale, la investigación de género llevada a cabo, mediante la transposición literaria en imágenes, prevalece el uso de la forma por parte de la cineasta, traduciendo con sutileza un estudio de complejas relaciones y escindidas realidades.

Meta, que debutara tras las cámaras con el policial “Muerte en Buenos Aires” (2014), es también productora del film “El Futuro que Viene” (2017) y socia editorial de “La Bestia Equilátera”. Aquí, su territorio preferido de exploración se construye de materia onírica; plano sobre plano que subjetiviza aquello que denominamos como real; pesadillas y fantasías operan para diagramar esta suerte de cartografía mental extrañada. Claustrofóbica, “El Prófugo” nos anima a perder el miedo a lo amenazante, interpelándolo directamente a los ojos. Jamás explícita y prefiriendo la duplicidad, se reserva para el final una jugada maestra: lo aparentemente inofensivo suele camuflarse bajo las engañosas máscaras del amor y el deseo.