El príncipe

Crítica de Tomás Echandi - Metafilmika

Una película de alto calibre emocional del director chileno Sebastián Muñoz. Pasamos de la soledad a la amistad y al deseo desenfrenado, y del miedo al amor y hasta a la ira. En ella, de una manera simple pero intensa, logramos experimentar los matices más crudos del alma humana.
El Príncipe (2019), es la ópera prima de Muñoz, y el guión fue coescrito con el guionista Luis Barrales. El film está basado en un libro de baja circulación del escritor Mario Cruz, ambientado en la comuna de San Bernardo, de Santiago de Chile, a principios de la década del 70, poco antes de que Allende asuma la presidencia. Podríamos decir que es un drama erótico que relata la historia de Jaime (Juan Carlos Maldonado), de la paradoja por la cual alguien estando encerrado alcanza la libertad, y de cómo el amor, a veces, puede llevar a la locura.
Desde la primera escena el espectador queda completamente atrapado. La tensión está manejada a la perfección a lo largo de toda la película y cada escena está dispuesta impecablemente, junto con la fotografía que acompaña, en todo momento, el mundo interno de Jaime: el aislamiento, la extrañeza, la inhibición, y luego la pertenencia y la identidad. Tanto la personajes como el vestuario y la puesta en escena nos hacen sentir de manera genuina, testigos de la vida dentro de una cárcel, de sus idiosincrasias, sus protocolos, sus leyes tácitas, sus ruidos y hasta sus olores. Además, para que todo lo anterior cobre sentido, las actuaciones son estupendas en la gran mayoría de los casos, pero Juan Carlos Maldonado y el gran Alfredo Castro no solo no dejan nada que desear, si no que se llevan todos los premios.
"Creo que es fácil empatizar con los personajes y particularmente con Jaime, quien siendo joven todavía no se siente poseedor de una identidad sólida, y menos aún en el tan sensible aspecto de la sexualidad. Es en este tema en el que, a lo largo de la película, vamos cuestionando ciertos mandatos y prejuicios para llegar a una cuestión esencial, libres de la carga social e histórica: ¿hay una forma correcta y una incorrecta cuando se trata de amor? ¿no es un vinculo, en la forma que sea, lo que nos hace sentir vivos, conectados, mayores a nosotros mismos?"