El príncipe

Crítica de Marcela Barbaro - Subjetiva

La ópera prima del cineasta chileno Sebastián Muñóz aborda la intolerancia y opresión que se ejercía contra la homosexualidad, antes del ascenso de Salvador Allende en 1970.

Basada en un libro de Mario Cruz y ambientada durante la campaña política de la Unidad Popular que llevaría a la presidencia al lider socialista, El Príncipe narra la historia de Jaime (Juan Carlos Maldonado), un joven veinteañero que una noche mata a su mejor amigo tras un ataque de celos.

Ni bien ingresa a prisión, comparte el hacinamiento en una celda con un grupo de reclusos homosexuales. El lugar es liderado por “El Potro” (Alfredo Castro), un hombre curtido y respetado quien lo proteje y le enseña, desde el amor, a sobrevivir en un submundo donde se cumplen ciertos códigos. Allí, Jaime será apadrinado como “El Príncipe” y comenzará a ganarse su lugar. También conocerá a otro líder, un preso argentino, interpretado por Gastón Pauls, que peleará la disputa de poder con el Potro, su eterno rival.

Enmarcada dentro del subgénero carcelario, donde transcurre la mayor parte del relato, la película intenta acercarse a las causas que llevaron al protagonista a cometer el crimen, teniendo en cuenta el contexto político y social. A través de flasbacks y la voz en off se recrea su infancia, la adolescencia pueblerina, el despertar sexual, y la noche del asesinato. Jaime es un personaje muy instrospectivo que carga una gran represión sexual y falencias emocionales. A medida que atraviesa el proceso de encierro, es testigo de las vejaciones y los malos tratos de los guardiacárceles hacia los homosexuales. Las vivencias del lugar lo ayudarán a reafirmar su identidad.

El realizador construye una ambientación realista bien sórdida y deplorable de la típica cárcel sudamericana, como hemos visto tantas veces. En ese contexto, registra la violencia y el sexo con escenas explícitas entre reclusos que, más allá de la carga de erotismo que subyace, se muestran cómo un vínculo necesario para tolerar la soledad, el abandono y el desamor. La homosexualidad también forma parte del ejercicio del deseo y de la libertad, que no podían disfrutar plenamente afuera, y que se manifiesta en la protección de unos a otros, en este caso, del Potro hacia Jaime.

“Por azar encontré este libro en una tienda de libros usados (“El Príncipe” de Mario Cruz), comenta su director, y no esperaba que detrás de la imagen de un libro barato de novela erótica, encontraría un fantástico retrato de la sociedad chilena de aquellos años, a través de una historia de violencia, amor y sexo entre prisioneros. Una homoherótica y cautivadora historia”.

Coproducida entre Chile, Argentina y Bélgica, la película se presentó en el marco del 76°Festival Internacional de Cine de Venecia (2019), donde ganó el Queer Lion Award – Mejor película de temática LGBT -, siendo la primera película chilena en triunfar en esta categoría.También obtuvo el Premio Coral a la Contribución Artística – Sección Ópera Prima – en el 41° Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano – La Habana – (2019), y el 2ºClasificado PREMIO TCM de la Juventud en el 67° Festival Internacional de Cine de San Sebastián – Horizontes Latinos – (2019).

El Principe sostiene a través de un formato clásico, un clima de tensión constante y de agobio, al que acompañan las buenas interpretaciones del elenco. La reconstrucción de época logra recrear un período conservador y represivo que funciona como una metáfora de aquellos tiempos.

Sin embargo, la película no escapa de reiterar ciertos tópicos crudos y violentos del subgénero carcelario, ni intenta matizar el drama y el sexo con mayores sutilezas. Lo predecible del final, tuvo como guiño dejar de fondo el discurso esperanzador y libertario de Salvador Allende.

EL PRINCIPE
El Príncipe. Chile/Argentina/Bélgica, 2019.
Dirección: Sebastián Muñoz. Guion: Sebastián Muñoz y Luis Barraies. Intérpretes: Alfredo Castro, Juan Carlos Maldonado, Gastón Pauls, Ceasare Sierra, Sebastián Ayala, Paola Volpato, Lucas Balmaceda. Montaje: Danielle Fillios. Fotografía: Enrique Stindt. Sonido: Guido Deniro. Duración: 96 minutos.