El primer hombre en la luna

Crítica de Federico Ignacio Bazán - Cuatro Bastardos

El Primer Hombre En La Luna: El lado oscuro del astronauta.
Llega una nueva película del galardonado Damien Chazelle con Ryan Gosling y Claire Foy contando la vida de Neil Amstrong.
Damien Chazelle en este caso se mete por primera vez a dirigir una película basada en otra obra. Hablamos del libro de James R. Hansen (Co-productor) sobre la vida de Neil A. Amstrong fallecido el 25 de agosto del 2012. Ambos siendo muy amigos hasta entonces. Chazelle en Whiplash (2014) y La La Land (2016) se encargó del guion además de la dirección, pero en este caso con First Man el guionista fue Josh Singer con experiencia en películas basadas en hechos reales como Spotlight (2015) y The Post (2017).
Este film es sobre el recorrido de Neil Amstrong (Ryan Gosling) hasta llegar a ser el hombre que pisó la Luna el 20 de Julio de 1969. La trama que apreciamos con nuestros ojos y oídos es sobre lo que fue antes de ese suceso, y todo lo que tuvo que pasar para llegar a serlo. Desde un esfuerzo mental ante pérdidas muy fuertes, hasta el esfuerzo físico de años de entrenamiento. La llegada a la luna cobra un significado completamente distinto hacia el final de la película.
Lo importante es el punto de vista que nos entrega Chazelle con enfoques en primera persona dentro del traje de Amstrong, de la cápsula, y lo que vemos junto a él, con reflejos preciosos e iluminación precisa. Linus Sandgren, director de fotografía de La La Land, realiza un trabajo correcto ayudado con buenos efectos visuales para nada forzados. También tenemos la perspectiva de la esposa del astronauta, Janet Amstrong, con una estupenda Claire Foy en el papel de una fiel compañera de vida, siendo parte de las escenas más conmovedoras del film, con ella, él y los hijos. Ambos con sutiles aspectos logran estremecer al espectador, y envolverlo en los momentos que viven.
Y otra vez la música a cargo de Justin Hurwitz (La La Land, Whiplash) distingue los momentos dramáticos, sin lograr su mejor trabajo vuelve todo más conmovedor y épico de lo que sería sin ese bello sonido. Presentado gracias a varios instrumentos poco comunes que utilizó, como el theremin (que Hurwitz había aprendido a tocar y sus interpretaciones se encuentran en la partitura final), el sintetizador Moog y un Echoplex que dan una singularidad a todo lo que escuchamos.
Aun así a pesar de toda la belleza visual y una trama correcta, esta es la película más comercial entregada por Damien Chazelle. Será del gusto de los jurados de los Oscars, como mínimo recibiendo nominaciones al sonido. Con golpes emocionales clásicos, y una alabanza a uno de los iconos de la cultura estadounidense. Con una variedad de actores que conocemos de algún lado, como Jason Clarke, Corey Stoll, Kyle Chandler, entre muchos otros, que solo entregan momentos y ninguno memorable.
La duración del film podría sentirse larga por momentos, sin mucho más que decir frente a lo psicológico que por momentos resulta insignificante, con un héroe bastante reservado, con el cual para algunos puede ser difícil empatizar.
Este hecho histórico conocido por todos la podemos ver desde el punto de vista humano, de ser padre y madre gracias a la mirada íntima de Chazelle. Se logra apreciar la mano del director en varias secuencias y encuadres. Con transiciones de sonido espectaculares, e imágenes impactantes tanto de aspecto sereno como desesperantes. Dentro y fuera de la cápsula lanzada al espacio. Siendo difícil encuadra en este aspecto debido a que detalle se mantuvo, hasta que llegó a la reproducción de las cápsulas espaciales. Él y el diseñador en jefe Nathan Crowley acordaron que ninguna nave se ampliaría en más del 10%, incluso si sacrificaba la comodidad de los actores.
También como algo interesante y con gran peso al final, es el uso de algunas grabaciones reales del programa espacial. Por ejemplo, cuando el Apolo 11 cae en la luna, la respuesta de Houston es la original.
Para los escépticos de la llegada a la Luna resulta que ésta es una película, hecha para que la veas y te emociones, donde no importa si es verdad o no, sólo si te emociona el largo padecimiento que muchos tuvieron que soportar para alcanzar el objetivo máximo. Es sentir esa serenidad cuando los sueños no están más flotando en el espacio, sino que se hacen realidad.