El primer hombre en la luna

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

Después de triunfar con dos películas íntimamente ligadas a la música —"Whiplash" y "La La Land"— el director Damien Chazelle volvió con una propuesta distinta: una biopic del célebre astronauta Neil Armstrong, el primer hombre en pisar la luna en julio de 1969. Claro que viniendo de Chazelle no se podía esperar una biopic convencional. Y el realizador de sólo 33 años se dio el gusto de hacerlo a su manera. "El primer hombre..." es una película realista y austera, que se ubica lo más lejos posible de los espectáculos épicos y demagógicos. A través de la figura de Armstrong —un hombre estudioso, perseverante y sufrido, marcado por la muerte de su hija— Chazelle construye un drama intimista que se sostiene en la relación entre sacrificios y logros, algo que también estaba muy presente en sus anteriores películas. La historia comienza en 1960 y recorre todos los hitos de la carrera espacial de EEUU, entre festejos y tragedias. La muerte está omnipresente en "El primer hombre...", y por eso la tensión narrativa nunca decae, más allá de que la duración parezca excesiva. El tono lúgubre y sin concesiones que elige el director encuentra un balance perfecto en las vibrantes secuencias de vuelo: la cámara se mete en las cabinas de los astronautas y uno puede sentir y respirar el vértigo y la incertidumbre. Otro acierto de Chazelle es haber apostado a Ryan Gosling como protagonista: su famosa mirada triste acá se vuelve poderosa.