El precio del mañana

Crítica de Alexander Brielga - Cine & Medios

El tiempo para el que lo disfruta

En un futuro no determinado, a través de la biogenética se logra que los seres humanos crezcan solo hasta los 25 años y a partir de entonces mantenerse jóvenes todo el tiempo que consigan obtener. Sí, porque el tiempo pasa a ser una divisa. Una llamada telefónica, el almuerzo, el colectivo, todo se paga con tiempo que se descuenta del que queda de vida. Es decir, si te quedan dos horas y el taxi te cuesta tres, pagás dos, te morís y quedas debiendo.
Will Salas (Justin Timberlake) es un obrero que vive en el ghetto y al día, literalmente, siempre tiene 24 horas para gastar hasta cobrar otras tantas por su trabajo. Pero un día su destino cambia al toparse con un sujeto que tiene en su haber nada menos que un siglo, es decir una fortuna. Sospechado de asesinato y portando algo que no debería, Salas es perseguido por el tenaz e incorruptible Leon, guardián del tiempo interpretado por el siempre destacado Cillian Murphy. En su huída, Will conoce a otras personas con mucho tiempo a su favor, entre ellos al magnate Weis y a su hija Sylvia (Amanda Seyfried).
En épocas de indignados reclamando distribución más justa de la riqueza mundial, este filme plantea conceptos básicos de economía capitalista llevados al extremo con una vuelta de tuerca interesante. La pareja protagónica tiene química, y ofrece buenos momentos de acción y comedia dentro de una película que se diluye mientras avanza hacia la obviedad y la correción política. Es muy buena la cinematografía en general, con una estética cuasi apocalíptica, no muy futurista y de logrados contrastes entre las diferentes clases que se muestran.
Entretenida, por momentos interesante y hasta casi provocadora, "El Precio del Mañana" no resulta tan caro.