El precio de la codicia

Crítica de Migue Fernández - Cinescondite

"Hay tres formas de ganarse la vida en este negocio, ser los primeros, ser los más inteligentes o hacer trampa".
(John Tuld, Margin Call, 2011)

La caída de los mercados en el 2008 abrió un abanico de posibilidades para el cine y la televisión del que, con resultados dispares, muchos han sabido valerse. Desde documentales, como el laureado Inside Job, hasta comedias como Tower Heist, un amplio cúmulo de realizaciones han explorado las causas y consecuencias de este tópico recurrente. Margin Call se centra en una ficticia firma financiera, ligeramente inspirada en un histórico gigante de los Estados Unidos como Lehman Brothers, el día previo al estallido de la crisis económica global. En su prometedor debut cinematográfico, J.C. Chandor aborda con tino los primeros síntomas del generalizado colapso económico, no por el lado de los millones de damnificados, sino por el de las escasas personas que lo provocaron.

Con una ligereza y simplificación que pronto contrastará con el buen ritmo y suspenso in crescendo de la realización, esta ópera prima presentará a sus protagonistas de un rápido vistazo. Como para repetir a sus personajes de rango más elevado, quienes una y otra vez piden explicaciones sencillas a los problemas, se expone con trazo grueso a los principales involucrados, quienes, a medida que la trama avance, irán rompiendo estereotipos y cobrando dimensionalidad. Así, Margin Call pronto dará cuenta de su estructura empresarial, una pirámide en la que el rol central lo ocupa el jefe de cada escalafón. Si Zachary Quinto y Paul Bettany nadan a sus anchas en el comienzo, es porque la bola de nieve no ha rodado lo suficiente como para que los peces gordos, como Kevin Spacey, Demi Moore, Simon Baker y ni hablar del tiburón que es Jeremy Irons, tengan que meterse al agua.

Este logrado thriller se enfoca entonces en personas y en decisiones, en los empresarios que buscaron sobrevivir antes que en el documento sobre cómo hirieron de muerte a la Bolsa para lograrlo. Si bien no es fácil de comprender el lenguaje técnico, más allá de que se lo busque dar a entender en una versión básica como para un niño o un cachorro, el conflicto y el film en general se siguen sin dificultades. Sucede que, si bien se trata de una película sobre la crisis reciente, persiste la idea de que esta no es diferente a ninguna otra. Así acaba siendo un detonante para sus personajes, que descargan reproches y broncas pasadas, concentrados en un futuro que se ve negro para la mayoría. Cuando John Tuld enumera 16 catástrofes económicas desde 1637 hasta la fecha, se entienden una a una todas las ramificaciones de su estrategia, como a quién mantener, a quién sacrificar y el por qué de su reflexión "no podemos detenernos". No habría entonces que preguntarse el por qué de esta tormenta, sino cuándo será la siguiente.