El poder de la moda

Crítica de Luciana Boglioli - La Capital

Venganza y traición

Multigénero, densa y por momentos, muy pero muy bizarra. Es imposible encasillar a "El poder de la moda" en un sólo género: romántica, thriller, drama, las opciones son infinitas. Y es lo mismo que desconcierta, lo que seduce, porque cuando todo amenaza con sumergirse en un drama denso sin un ápice de alegría, aparece una anciana comiendo unos brownies con marihuana o mejor aún, un policía que ama acariciar plumas de pavo. Así de extraño y satírico es este filme situado en un pueblo australiano en la década del 50, donde todo parece funcionar armoniosamente.

Con la gran Kate Winslet a la cabeza, la película abre el abanico a temáticas tan variadas como profundas: la maldición, el olvido, la demencia, el abandono, la soledad, la hipocresía, los mandatos familiares, el romance, la venganza y por supuesto, la moda.

"Tilly" regresa a su pueblo natal para reencontrarse con su madre que está muy enferma (excelente trabajo de Judy Davis) y allí comienza a desentrañar años de mentiras que la involucran en un asesinato. Y se reencuentra con un viejo amor, interpretado por Liam Hemsworth, el futuro esposo de Miley Cyrus en la vida real, que le aporta una buena dosis de sensualidad a esta película que, muy sutilmente, conduce un viaje hacia la liberación y la transmutación interior.