El poder de la ambición

Crítica de Marcos Guillén - Cuatro Bastardos

El poder de la ambición: El último refugio del fracaso.
La historia es una exégesis algo rebuscada del sempiterno “sueño americano” con una contundente interpretación del actor Matthew McConaughey pero con un guión bastante irregular que no termina de cuajar la interesante amalgama de tópicos.
El guión es de Patrick Massett y John Zinman, ambos conocidos escritores de televisión, sobre la historia del escándalo minero de la compañía Bre-X Minerals Ltd. A mediados de los noventas. Es una interesante aproximación a la ya tradicional historia de superación y llegada al tan mentado sueño americano. Y aunque la historia se presta para un vertiginoso thriller Bolsa & Negocios al estilo Wall Street (1987) y de aventuras con esas dosis de búsqueda de tesoros, no termina de cuajar la fórmula.
Kenny Wells, un solvente Matthew McConaughey, que logra crear un posible antihéroe con un impresionante carisma interpretativo, es un fracasado hombre de negocios reconvertido en un moderno explorador, desesperado por tener un golpe de suerte. En un último esfuerzo, Wells se asocia con un geólogo, Michael Acosta, que interpreta un soso y poco inspirado Edgar Ramírez, con la misma poca fortuna, para ejecutar un plan tan descabellado como grandioso: encontrar oro en las profundidades de la inexplorada jungla de Indonesia.
“La ambición es el último refugio del fracaso“, escribió hace mucho Oscar Wilde y aquí parecen caber tanto en el personaje como el director de la película. Porque es la magnitud de las intenciones del film lo que parece a veces desestabilizar el ritmo del mismo, como si el director, Stephen Gaghan (Syriana – 2005) no terminara de inspirarse en el relato y cayera a menudo en lo ya probado y aprobado para llevarlo adelante.
Hasta el personaje de Bryce Dallas Howard, el elemento romántico y porque no racional de la película, parece un bosquejo de la heroína en este tipo de relatos, si nos acordamos de Margot Robbie en The Wolf of Wall Street (2013). La joven obnubilada con la fortuna pero que en algún momento comprende el tremendo pago que se hace para alcanzarlo. Una pena porque al ser poco inspirado cae en tantos lugares comunes que se convierte en algo predecible y olvidable. Aun así la historia en sí misma, tiene los elementos para mantener al espectador interesado en el desarrollo de la trama, con esos giros argumentales que no permiten que cierto tedio que abunda se convierta en abierto aburrimiento.
Recordando otros filmes de parecida temática como Hambre de Poder (The Founder – 2016) no dejamos de preguntarnos qué es lo que se está interpretando hoy por hoy como sueño americano.