El planeta de los simios: La guerra

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

Formidable alegoría sobre el liderazgo y la venganza

César y sus monos son forzados a pelear contra un ejército de humanos liderado por un despiadado coronel. Después de sufrir pérdidas enormes, César deberá luchar con sus instintos más oscuros. Y el encuentro de ellos dos pondrá en juego el futuro de ambas especies, pero también mostrará a dos almas atormentadas que apelan a la violencia para curarse de pérdidas y desgarros. Un gran film. Atrapa, conmueve y aporta sutiles pincelazos sobre la convivencia, la solidaridad, la violencia y el dolor. Combina el gran espectáculo, la ciencia ficción y el cine de aventuras. Y desde una acción que no da respiro, reflexiona sobre el liderazgo y la venganza.

Tercera película de esta nueva saga. La más sombría y demoledora. La fuerza simbólica sigue vigente, también su belleza visual y su emotividad. No alcanza la cumbre de la anterior entrega, pero despliega otra vez una lucha mortal entre hombres y monos para hablar sobre la violencia de hoy y las angustias de siempre. César enfrentará a su destino y contemplará azorado que su credo, hecho de tolerancia, madurez y dignidad, tiene pocas chances de prosperar en un mundo donde solo el poder vale. No quiere ser como Koba, el simio que no pacta con los hombres; tampoco como ese coronel brutal. Pero cada vez se acerca más a ellos. Reniega de los monos que apuestan a la delación y la sumisión para poder sobrevivir. Y también de los que se resignan y entregan. El fanatismo ideológico, la obediencia absoluta y la crueldad dejan ver todos sus rostros, incluso a la hora de construir ese muro que quiere dividir a unos y otros y que alude a empalizadas más próximas y desalmadas.

Los monos están siendo aniquilados. Vulnerables y arrinconados, evocan el martirio del reino animal, pero también las colonizaciones más despiadadas. “Déjennos el bosque a nosotros”, ruega César. Pero es tarde. El poder quiere todo. Y el otro, que es siempre una amenaza, estará allí, haciéndonos ver lo que es y lo que somos. Dos mundos que al final son puro reflejo. César acabará conociendo la fuerza demoledora de ese instinto aniquilador que el hombre lleva dentro. Y al enfrentarse con ese coronel se mirarán como parte de un espejo que los copia, los duplica y los potencia. Gran trabajo de Matt Reeves. Intenso, sutil. Su impecable factura y su vuelo alegórico lo ubican entre las más grandes sagas de la ciencia ficción.

César apuesta a ir por la avenida el medio. Pero no es fácil andar por la avenida del medio cuando desde las dos orillas sólo buscan el enfrentamiento.