El planeta de los simios: Confrontación

Crítica de Leonardo González - Río Negro

¿Ellos o nosotros?

En 1963 el escritor francés Pierre Boulle publicaba la que él consideraría su peor obra: La Planète des singes (El Planeta de los Simios). Hollywood tomó nota y enseguida empezó a desarrollar la adaptación.

El elegido para dirigirla fue Blake Edwards, quien llevó a Rod Serling, creador de la mítica serie La Dimensión Desconocida (The Twilight Zone, 1959-1964), para que escribiera el guión -hizo cerca de 40 borradores-. Finalmente, Michael G. Wilson sería el guionista y Franklin J. Schaffner el director, sugerido por el actor protagonista Charlton Heston. Aunque la película difiere algo de la novela, el film se convirtió en un éxito y tiene uno de los mejores finales de la historia del cine.

Este hit daría lugar a cuatro secuelas y dos series de televisión (una de ellas animada). En 2001 Tim Burton quiso reinventar la saga con la remake El Planeta de los Simios, pero fue destrozada por la crítica y nos quedamos sin secuela. Una década más tarde darían en la tecla con El Planeta de los Simios: (R)Evolución, que tuvo muy buena aceptación por parte de la prensa y el público y que llevó a que tengamos hoy está muy buena segunda parte.

Pasaron 10 años desde que el virus ALZ-113 acabó con casi toda la población mundial. César (Andy Serkis) se convirtió en el líder de los simios, que viven en el bosque sin preocuparse por el destino que tuvo la humanidad. Está por tener su segundo hijo con Cornelia (Judy Greer), mientras lidia con el primero, Ojos Azules (Nick Thurston), todo un "adolescente". Y es justamente él quien se topa con un grupo de humanos -los pocos que quedaron y que son inmunes- en el bosque.

Lo que están buscando es poder acceder a la represa hidroeléctrica para poder generar la energía suficiente para la destruida ciudad de San Francisco, en donde se estableció un grupo importante de sobrevivientes. Malcolm (Jason Clarke), un ex arquitecto que sólo piensa en proteger a su hijo Alexander (Kodi Smit-McPhee), es quien convence a César de que le permita hacerlo y los ayude. Por supuesto que esa decisión traerá aparejado el recelo de personajes de ambos bandos que puede desencadenar en una guerra sangrienta entre las especies.

Es muy difícil, ejemplos sobran, poder hacer remakes buenas de clásicos de culto. Pero más difícil es hacer secuelas que sigan a la altura, como es el caso de esta película.

El encargado de esta obra es Matt Reeves, creador de Felicity y director de la sorprendente Cloverfield - Monstruo (Cloverfield, 2008). Reeves sabe lo que quiere contar y cómo hacerlo, y se nota en la puesta en escena del filme.

Otro punto a favor es el paralelismo en las historias entre personajes de ambos grupos: tanto simios como humanos tienen su equivalente. Sus deseos, acciones o decisiones -por más errados o desacertados que nos parezcan- tienen su justificación y motor en el miedo al otro, lo cual hace imposible pensar en un "villano".

Si bien es cierto que en el film hay más diálogo que acción, los minutos reservados para lo último se pagan con creces (atentos a la escena grandiosa en donde aparece un tanque). Hay una escena final postcréditos (sólo de audio) que nos da el pie para saber lo que se viene en la tercera parte, que sería en 2016, y que no augura nada bueno para el futuro de las dos especies.

Los simios llegaron nuevamente a la pantalla grande para dar batalla. Han evolucionado y vienen dispuestos a reclamar al César, lo que es del César. Estén preparados.