El planeta de los simios: Confrontación

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Llegando los monos

Siguiendo la tendencia de generar nuevas y redituables sagas, la revisión de esta franquicia iniciada por una película señera y memorable de la ciencia-ficción de los ’60 como El planeta de los simios es una de las mejores apuestas recientes de Hollywood. Aquella pieza emblemática dirigida por Franklin J. Shaffner y protagonizada por un ícono de la época y el género como Charlton Heston dio pie en su momento a una insufrible serie de secuelas y una serie televisiva que jamás remedaron el nivel narrativo y simbólico del original.

Tras una torpe intentona de remake de un desconocido Tim Burton hace una década, parecía que la genial trama urdida por Pierre Boullé iba a quedar archivada, pero El planeta de los simios: (R)evolución de Rupert Wyatt fue el extraordinario puntapié inicial de una renovada exploración de la trama. Con sustanciosos elementos expresivos, visuales, filosóficos y alegóricos, esa precuela logró atraer, conmover y conmocionar a la vez.

Y esta continuación, aún en proceso de revisar los orígenes de la historia, mantiene su gran calidad y preceptos conceptuales, robusteciendo con inteligencia y sensibilidad sus aspectos más conflictivos. Quizá se podría reprochar en …Confrontación que arranque con el trillado paisaje post apocalíptico del cine de anticipación contemporáneo (planeta devastado y con pocos sobrevivientes despojados de toda tecnología, que vuelven a las fuentes en una urbe abandonada). Pero aquí están los simios, que viven en comunidad en el bosque y han evolucionado gracias a César, el chimpancé rebelde del primer film, sin dejar de lado ámbitos y hábitos naturales. Tanto los humanos como ellos cuentan con un líder positivo y otro negativo, y esas polaridades no tardarán en hacer eclosión. Matt Reeves, director de la excelente y pionera Cloverfield, logra establecer una narración clásica pero creativa y atrapante, llegando a uno de los puntos más altos en la técnica de captura digital de movimiento en las caracterizaciones de los simios, especialmente la de Andy Serkis como César. El elenco humano funciona y el film, pese a no descuidar su hondura dramática, no da respiro.