El planeta de los simios: Confrontación

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

El Amanecer del Planeta de los Simios es la secuela de la exitosa reimaginación de la saga iniciada por El Origen del Planeta de los Simios en el 2011. Haciendo honor a la tradición que ha caracterizado a la franquicia las nuevas entregas destilan imaginación e inteligencia e, incluso, uno podría calificarlas como superiores - en numerosos sentidos - a sus predecesoras iniciadas en 1968. Uno de los aspectos mas fascinantes de El Planeta de los Simios siempre ha sido su capacidad para evolucionar, dando enormes saltos narrativos y detallando historias separadas por decenas - sino centenares - de años de diferencia, dándole una increíble perspectiva épica a la trama. En la entrega que ahora nos ocupa, los márgenes de calidad se han mantenido e incluso superado, y uno podría afirmar que este capítulo representa la cúspide de toda la franquicia, debido a la inteligencia y riqueza de sus contenidos... un detalle nada despreciable considerando que ha sido concebido en una época en donde los guionistas de Hollywood se han enviciado con la superficialidad y el efectismo barato.

Como suele caracterizar a los filmes de la saga, El Amanecer del Planeta de los Simios es otra entrega con tintes alegóricos. Quizás en capítulos anteriores el tono estaba mas marcado - la situación simia no difería demasiado de las injusticias padecidas por los afroamericanos en la racista y violenta sociedad estadounidense de finales de los años 60, generando un estado de tensión caracterizado por revueltas y la lucha por derechos igualitarios -, pero aquí también hay lecturas posibles. A final de cuentas aquí tenemos dos civilizaciones muy diferentes, las cuales se han visto forzadas a establecer lazos - siquiera temporalmente - y en donde pronto brotan situaciones de conflicto. Si uno traza paralelos, no es difícil leer el argumento de El Amanecer del Planeta de los Simios como un choque de culturas; y cuando uno establece los pros y contras de cada raza / cultura, pronto queda en situación de marcar su (relativa) superioridad racial. En ese sentido, el filme termina pareciéndose a Cruzada de Ridley Scott, en donde musulmanes y cruzados se veían obligados a convivir debido a la guerra, reconociéndose a sí mismos como individuos racionales y profundamente creyentes de sus convicciones, pero marcados tan a fuego por las diferencias establecidas por las mismas que la co-existencia definitiva jamás sería posible. Aquí tanto humanos como simios tienen su cuota de razón, y su desconfianza es válida; y, por otra parte, la tensión provocada por el roce implica que el conflicto esté a flor de piel y no tarde en nacer. Todo este escenario - que no deja de ser un ingenioso reciclado de Batalla por el Planeta de los Simios, el cual ha suprimido la presencia de los mutantes para subrayar el conflicto entre simios y humanos - está marcado por el prejuicio y la injusticia. Unos ven a los otros como los poseedores de la tecnología (y capaces del aniquilamiento masivo), pero se trata de una raza en extinción, un grupo de seres a los cuales la evolución les ha marcado el tiempo de retirada y que, en su minoría, se han vuelto tan desesperados como peligrosos. Los otros han sido despreciados por ser animales y no se les reconoce derechos ni paridad con los humanos - amén de que se les acusa de haber asesinado a la raza humana con el veneno que portaban en su sangre, como si ése fuera un detalle generado de manera adrede por la raza simia para castigar a sus brutales apropiadores humanos -... pero son superiores en número y fuerza. Es una situación realmente explosiva marcada por el resentimiento y la desesperación, por la necesidad de buscar enemigos (o culpables de la situación actual; recordemos que el grueso de los supervivientes ha perdido a la mayoría - o la totalidad - de sus familias gracias al virus dispersado por la sangfre simia), y en donde es difícil actuar con la cabeza fría. Es un mundo en donde no existe el perdón, en donde todo está marcado por el odio y el resentimiento, y en donde el genocidio está al alcance de la mano. ¿Cómo evitar la oportunidad de castigar al diferente, al cual culpo por mi actual situación de desgracia?. ¿Por qué no masacrar a la minoría, la cual parece querer aplastarme para asegurar su propia superviviencia?. Y debido a que cada individuo en este conflicto posee su pequeña parte de razón (y también de injusticia), todo ello genera una nutrida galería de personajes grises, tan coherentes en su pensamiento como brutal en su accionar.
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