El plan divino

Crítica de Beatriz Iacoviello - El rincón del cinéfilo

“El plan divino”, dirigida por Víctor Laplace, con guion de Leonel D’Agostino, basado en la obra de Rafael Bruza “Niños expósitos”, es una comedia costumbrista ambientada en un pueblo de Misiones, a orillas del Paraná. Muy divertida desde el inicio, con un ritmo ágil que no decae en ningún momento, y consigue que el espectador pase un rato divertido.

Víctor Laplace, tal vez sin proponérselo, intentó mostrar un tipo de personajes grotescos que viven titubeantes entre realidad e irrealidad, pero que están intrínsecamente ligados a nuestra identidad. El grotesco criollo reveló una forma de percepción, una categoría de la concepción del mundo y de su configuración, por momentos carentes de sentido y tan absurdo como para provocar la risa espontánea.

En “El plan divino” contiene esos elementos, juega con ellos, y también con cierto humor negro e irreverente. Los personajes de su ficción son dos asistentes de un viejo cura párroco que no tiene intenciones de abandonar este mundo y hay que ayudarlo a subir a la barca de Caronte, no para ir por el río Estigia, sino para navegar por el Paraná y caer por un salto de las Cataratas del Iguazú.

“El plan divino” posee una estructura clásica, con un sonido ambiental muy bien concebido, una factura técnica impecable, con fotografía de Agustín Álvarez, edición de Alberto Ponce y la música original de Damián Laplace (“Puerta de hierro”, 2012, “La prisa del hielo”: 2012, “La mina”, 2003, y El mar de Lucas”. 1999), excelente en su fusión de chamamé y guarañias, con espacios para intercalar el sonido del arpa.

Las esporádicas actuaciones de los figurantes, que eran parroquianos del pueblo, donde se filmó la película, fueron muy interesantes ya que otorgan al filme un pintoresquismo muy particular. Gastón Pauls, Javier Lester, Víctor Laplace (muy histriónico), Paula Sator conforma un cuarteto muy bien equilibrado ente exacerbaciones y serenidades.

Es un filme sin otra pretensión que hacer reír y a la vez, como al descuido, tocar temas como el poder, la ambición desmedida, pero sobre todo señalar los abusos sexuales a menores perpetrados por sacerdotes de la Iglesia Católica.