El Picasso de Persia

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Entre lo sagrado y lo fútil

Bahman Mohasses es un artista íntegro que fue conocido por pertenecer a la camada del movimiento cultural iraní previo a la Revolución. Siempre transgresor desde sus propuestas tanto en la pintura como en la escultura, desapareció prácticamente del mundo a principios de los 80, víctima del exilio, y aquellos que intentaron rastrearlo o por lo menos hallar sus obras fracasaron en sus intentos.

Muchas de sus pinturas y esculturas ya no existen en parte porque él se encargó de destruirlas, fiel a su pensamiento y creencia que la humanidad avanza hacia su extinción y que la ignorancia del hombre no tiene remedio. Ya enfermo, fumador empedernido y desobediente esperando con tranquilidad la llegada de la muerte, y escondido en un hotel de la ciudad de Roma, la pintora y directora iraní -Mitra Farahani- de este maravilloso documental, le propone una serie de charlas para que el propio autor cuente su biografía y al obtener tal protagonismo la chance de que sea el mismo Mohasses quien determine cómo realizar este documental, con decisiones estéticas y éticas de por medio, entre frases sentenciosas, anécdotas de vida y las más lúcidas reflexiones sobre el arte, el sentido y propósito del artista y de la idea de que la destrucción también forma parte de la creación.

El Picasso de Persia (cuyo título original es Fifi, aúlla de felicidad) es, entre otras cosas, un retrato de muchas capas, texturas, sensibilidad y honestidad brutal que tras haber ganado en el BAFICI 2014 con el premio del jurado, ahora encuentra su estreno, insólita y afortunadamente, comercial para confrontar con un cine valiente desde el punto de vista estético, pero sobre todas las cosas, arriesgado y respetuoso.